Véritas Liberabit Vos
La vida humana es una continua búsqueda de valores. El hombre, puede decirse, tiene hambre de valores. Lo podemos demostrar con el siguiente ejemplo:
El ciudadano de cualquier tiempo y lugar siempre ha deseado un Estado que gobierne justamente, esto es, busca en ello el valor justicia, pero no sólo lo desea de sus gobernantes, también lo quiere en todos los ámbitos de su vida, por ejemplo, lo desea en su hogar, con sus amigos, en su trabajo, en el deporte y además actividades que realiza, es algo que desea tanto recibir como dar, lo mismo lo podemos decir de todos los demás valores como la verdad, fidelidad, honestidad, honradez, etcétera.
Haciendo esta aclaración, podemos decir que la preocupación que en distintos sectores se ha dado por los valores es plausible y encomiable, mas debemos hacer conciencia de dos puntos importantes:
a) La recuperación y el retorno a los valores, no se dará con discursos, frases bonitas o análisis sociales y políticos, para lograrlo se necesita vivirlos, llevarlos a la práctica en cada acto de nuestra vida, cuestión de carácter difícil y compleja.
b) Cuidarnos de la manipulación, en muchos casos malintencionada, que algunas organizaciones tratan de realizar, considerando como igual a los valores y a su correspondiente valoración que es meramente subjetiva.
Previas consideraciones, establecemos para dejar en claro que los valores son cualidades del ser, que están en el ser mismo manifestándose en sus actos “algo” de los seres de la naturaleza, existencia y dichos de las personas o cosas, se trata de una característica propia de todo cuanto existe, independiente de la forma como ésta existe, oral, mental, escrita, material, institucional, por lo tanto, no podemos eliminarla de la realidad y dejarla como una simple ilusión, los valores son y estos no cambian, ni con el tiempo ni con las costumbres, por eso debemos rechazar esas falsas posiciones que tratan de alinearnos a las ideas de que “antes eso era malo, pero ahora ya no lo es tanto, son otras épocas…”.
De la conclusión anterior surge otro dilema: ¿Es captado el valor por todos y en igual sentido?, la realidad y la experiencia nos dice que no. Es natural que no todos captamos el valor en su misma intensidad, de ahí que existan tal vez de buena intención varias opiniones, (no así las que con toda premeditación son emitidas para confundir), pero esto no invalida todo lo anterior, ya que es claro que una cosa es el valor, lo valioso de algo, y otra el conocimiento que logremos de ese valor, por lo que debemos ser cautos en la afirmación de sí algo es o no valioso solamente porque asó nos lo parezca, por ejemplo, una pintura de un famoso autor no podrá ser bella para invidente, pero no por esto signifique que la pintura en sí no sea bella, igual lo puede ser un poema para alguien que no sepa leer, en la actualidad hay más ciegos y analfabetas intencionales que no les interesa que se dé a conocer el valor en su verdaderas dimensión.
Por lo anterior, podemos expresar que esta “crisis de valores” de que tanto se habla en distintos foros, parte de la gran confusión que existe entre los términos valor y valoración, así como la verdadera práctica de los valores. Para aclarar esta diferencia, señalamos que el valor es eterno, claro y con una finalidad, la valoración en cambio es variable, subjetiva, fugaz, dependiendo de cada quien, y prestándose a manipulación, como es en algunos casos la actual tendencia.
Con los valores no se puede manipular, el valor es y será siempre, no puede haber una verdad para ti y otra para mí, lo bueno no pudo haber sido ayer y ahora no, los valores existen primero en el ser, y se concretiza en él perfeccionándolo, ayudándole a cumplir en el fin para el que fue hecho. Una persona es mejor si es sincera a que si es mentirosa. Será aún mejor si además es respetuosa, aumentará su valor si también es honesta y honrada, y así sucesivamente.
Siendo así por esto que los valores, enriquecen mejor a la persona cuando son vividos, practicados, es decir, la sociedad será mejor cuando sus integrantes vivan y respeten más los valores que cuando solamente los valoricen y cada quien “respete y practique”. Lo que ellos piensan que es “bueno” tal y como lo promulgan los falsos derechos humanos, las concepciones educativas humanístico-antropocéntricas que fundamentan el acto educativo en un proceso “cosmológico”, “pluriétnico” y “pluricultural” que sólo ellos entienden, pero en realidad sólo es una educación abierta en una mentalidad utilitaria y hedonista en total alejamiento de los valores supremos, los valores morales en que debe estar basada la verdadera educación, aquellas en la que en conjunto alumnos y maestros buscan la verdad, donde el estudiante capta los valores supremos y le hacen trascender por encima de sí mismo, dándole un verdadero sentido a la vida.
Que bueno que exista en todos los ámbitos la preocupación por este tema, la sociedad lo necesita y la responsabilidad, claro está, es de todos, al cumplir nuestra función de educadores (padres, maestros, etcétera), buscando siempre que la educación no esté centrada sólo en la persona, sino en los valores superiores que son los que la hacen trascender y la perfeccionan.