Caldero Político
Esa urgencia, dice el refrán, no es buena consejera en la política, menos aún en la vida misma. Tener paciencia, saber esperar, conocer cuándo es el momento oportuno para actuar y no precipitarse al tomar determinaciones, es una virtud exclusiva de políticos amantes de la planeación, de la táctica, de la estrategia, con visión de futuro, de aquellos que rechazan la inmediatez porque saben que hay un mejor futuro esperándolos.
El politólogo Javier Sánchez nos describe que en la práctica de su profesión ha visto “multitud de políticos jóvenes y no tan jóvenes, que han terminado su carrera política por lanzarse antes de tiempo a una piscina donde nadie los esperaba”.
Esa brusquedad o apremio es muy común en nuestra entidad, con los consabidos fracasos sobre todo ahora en que están en juego las candidaturas por los diversos partidos políticos, frentes y aspiraciones independientes.
En cambio, ahí están los ascensos meteóricos de renombrados personajes, bien apuntalados, que pudieron llegar a su meta gracias a la fortaleza de sus grupos, aliados, partidos o familias. Saber gestionar estas ansiedades para llegar al poder o a posiciones políticas es la clave para mantenerse en el pandero, de una u otra forma.
Lo contrario, arrojarse sin red protectora es caer. Y la virtud de saber cuándo es tu momento, es la que define que tengas más o menos futuro, y evitarás el fracaso.
Seguro que todos conocemos casos de políticos que por postularse antes de tiempo, por enseñar sus cartas en el momento inoportuno, vieron truncadas sus posibilidades.
La política suele ser como una partida de póker: no gana el que más arriesga, gana el que mejor maneja sus cartas.
Y aunque lo sabemos, y lo hemos visto muchas veces, el error se sigue cometiendo. Una y otra vez. Personas que apuestan por algo sin que nadie apueste por ellos. Y el error. Y la caída.
Saber esperar se ha convertido en una virtud política por encima de todas. Y esto no sirve solo para los retos u objetivos individuales, sino también para los colectivos. Da la sensación de que en los tiempos que corren, donde todo va más de prisa, la gestión del tiempo es muy importante y su administración es algo que no todo el mundo controla.
Luego quedan como pendientes de ese arrojo suicida, entre otras cosas, la carencia de experiencia para examinar otros factores colaterales, de los cuales hablaremos en entrega posterior.
QUE TENGAN EXCELENTE SEMANA