Las mujeres, saving Peña Nieto

Hablamos sobre las, oficialmente anunciadas, aspiraciones de Hillary Clinton para llegar a la Casa Blanca (y abríamos con una de sus más lúcidas frases: “Las mujeres son la reserva de talento inexplorado más grande del mundo”). La noticia fue bien recibida por muchos grupos alrededor del mundo. Lo que prueba que su capital político es indudable y suficiente para tener posibilidades reales para ser la primera presidenta de Estados Unidos. Y pienso en esto cuando noto también que, digamos, aquí en México la presencia de las mujeres se ha convertido, a veces, en la única carta presentable de los partidos políticos cuando se encuentran sumidos en complicadas (o peor: complicadísimas) coyunturas políticas. Cuando éstas se presentan, curiosamente, es cuando las mujeres encuentran espacios para su desarrollo, cuando las presumen, y hablan de su eficiencia, de su honradez y su profesionalismo: las lanzan al ruedo, pues, para “lavarle la cara” a su propia imagen negativa (la de los políticos). Datos duros: en el gabinete federal que cuenta con la presencia únicamente de tres mujeres (y una recientemente nombrada procuradora), son éstas las que tienen las mejores opiniones positivas entre la opinión pública. O casi las únicas (más adelante ahondaré en estas evaluaciones). Y eso, evidentemente, tiene un efecto dominó en la selección de candidatas en temporada electoral: no es ninguna coincidencia que ésta sea la elección intermedia con la mayor cantidad de mujeres (no sólo por las cuotas de género para la Cámara) sino de candidatas a una gubernatura (cuando en las pasadas elecciones, hace apenas tres años, no hubo prácticamente ninguna). En esta elección hay doce candidatas registradas por los distintos partidos, y varias de ellas con posibilidades reales de ganar, como por  ejemplo  Beatriz Mojica (PRD-Guerrero), Luisa María “Cocoa” Calderón (PAN-Michoacán), Ivonne Álvarez (PRI-Nuevo León) o Claudia Pavlovich (PRI-Sonora). Todas, además, contendientes para gobernar varios de los estados más complicados del país.

Y eso si pensamos a futuro, no sabemos aún cuál será el desenlace de los comicios, pero sí tenemos un elemento para reforzar la idea de que son las mujeres quienes hoy por hoy están sacando la casta para dar un poco de contención a la crisis política que atraviesa nuestro país. Y no sólo eso: para intentar salvar el poco prestigio que les queda a todos los partidos políticos en nuestra tristemente desprestigiada democracia.

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Pero no sólo en la parte electoral: las calificaciones de los miembros del gobierno federal no son la excepción a esta misma afirmación. A lo largo de estos meses que van del 2015, se han dado a conocer números que hablan de la percepción del gabinete que acompaña al presidente Peña Nieto. De su desempeño y, claro, su aprobación. Sabemos que ya acabó la luna de miel entre los partidos y el Ejecutivo. No más Pacto por México. Sabemos también que los de ahora son tiempos que a todos, sobre todo a quienes despachan en el gobierno federal, pillaron por sorpresa. En promedio, el índice de aprobación de este gobierno ha ido constantemente a la baja. Así lo documentan todas las encuestas publicadas (BGC-Excélsior, GEA-ISA, Parametría-El Financiero, Reforma, IPSOS, Buendía & Laredo-El Universal y Consulta Mitofsky). Pero —¡oh, grata sorpresa!— curiosamente, en la evaluación que se hace en estas encuestas sobre el desempeño y aprobación de cada uno de los integrantes del gabinete, son tres mujeres las que hoy están en el cuadro de honor (o, al menos, no están en el del deshonor). Las secretarias de Estado de Enrique Peña Nieto no sólo “se salvan” de las opiniones negativas, sino que han logrado ser, prácticamente, las únicas en crecer sus opiniones favorables.

Rosario Robles, de Sedesol, Claudia Ruiz Massieu, de Sectur y MercedesJuan, de la Secretaría de Salud, son las estrellas de un gabinete tan lastimado por los escándalos que han circulado a su alrededor. Las opiniones “buena” o “muy buena” de las tres son, por mucho, superiores a las de sus pares varones. Y las opiniones “mala” o “muy mala” abrumadoramente inferiores si se les compara con los mismos. Así pues, los números de “opinión efectiva” (que sale de la resta de la calificación positiva y la negativa), nos dicen que Rosario Robles tiene un más 40%; Claudia RuizMassieu, un más 27% y Mercedes Juan un más 19 por ciento. Muy por encima de los secretarios que registran porcentajes que van entre el menos 12% y el menos 15 por ciento. Ellas, las mujeres, son las que están salvando la evaluación del gobierno federal.

Ojalá el presidente tome nota de los números (que nunca mienten). Ojalá decida hacer correcto uso del capital político que le representan estas funcionarias. Y que incluya a varias nuevas en su gabinete. Los datos duros indican que ésta debería ser no sólo una estrategia de reposicionamiento, sino prioridad para su administración: a ésta que todavía le quedan largos tres años y medio por delante. Y no por el hecho de ser mujeres (no es feminismo consignatario), sino porque las tres secretarias han dejado en claro su capacidad para administrar y resolver altas responsabilidades. Porque así lo dicen hoy los números: las mujeres de su equipo, al día de hoy, son las que están salvando a Peña Nieto.

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