Los hombres no lloran

Simples Deducciones

Papá, debe haber sido muy difícil ser hombre en tu época no?, porque mi abuelo dice que nosotros no debemos llorar y que somos los responsables absolutos de criar a los hijos”, esa frase sacude a don Teo de casi 60 años de edad, “No sé hijo qué responderte, creo que si porque mi papá nos pegaba o nos castigaba muy feo y si, con que hiciéramos un gesto de querer llorar pues a tus tíos y a mí nos iba peor, doble cintariza porque los hombres no lloran”.

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Don Teo tiene en su regazo a su nieto de 2 años de edad, al cual con sumo cariño le quita un mechón de su pequeña cara y lo abraza con dulzura, “Mira, —me dice—, mi papá si veía a alguno de nosotros haciendo esto de mandilón no te bajaba, de dejado y cosas peores. Esas son cosas de vieja le dijo un día a mi hermano mayor cuando su señora le dio al niño para que lo cargara mientras ella iba por mi otro sobrino. Mi papá casi le arrebató a Luisito de los brazos y lo ponía en el suelo”.

Se remonta a su época de niño y adolescente, “Fuimos 12 hermanos, 8 hombres y 4 mujeres pobres de mis hermanas y de mi hermano mayor, mi papá campesino trabajaba las tierras allá en el rancho junto con sus hermanos y a mi madre la maltrataba verbalmente, aunque en ese tiempo no sabíamos que eso era abuso porque en todos los hogares era la misma historia, así que se veía normal que las mujeres medio terminaran la primaria y si esto era un obstáculo para aprender las labores del hogar entonces las sacaban de la escuela y sólo las dedicaban a la casa”.

“Mi hermana Susana fue la rebelde y la excepción en toda la familia, fue la más chica de toda esta descendencia. Ella tuvo la buena suerte de que una prima que vivía en Estados Unidos vino de visita por 2 semanas y pues le abrió con sus pláticas un mundo que Susy quiso conocer, apenas iba a cumplir 15 años sólo había terminado la primaria y mi papá ya buscaba con quien casarla. Susy se envalentonó y le dijo que se quería ir con la prima Nancy, mi papá le contestó que ninguna de sus hijas iba a ser una libertina y la golpeó feo. Nadie hicimos nada por ella, le teníamos miedo y respeto a mi papá, mi mamá lloraba quedito en una esquina y sólo se acercó a Susy cuando mi papá la dejó tirada en el piso por los cintarazos”.

Teo recuerda que su madre quien no sabía leer ni escribir, le limpió las heridas, movió unas cazuelas viejas y sacó de ahí un ahorro pequeño que había ido escapando durante años, “Como de película se lo dio y en la madrugada se la entregó a la prima quien ya se regresaba al norte, le dio la bendición y secó sus lágrimas. Al otro día cuando mi papá no la encontró a todos nos tocó los cintarazos pero nadie dijimos nada, a mi mamá no le hizo nada porque él estaba seguro que ella no haría nada si él no le daba permiso. Todos callamos y protegimos a Susy y a mi mamá. Hoy mi hermana es doctora, se casó con un español y nos dio 3 hermosos sobrinos, hace unos meses vino a vernos y mi papá le dio con la puerta en la cara, dijo que ya no era su hija a nosotros ya no nos intimidó y aquí es bienvenida”.

Se queda reflexionando un instante y termina por coincidir con su hijo, “Si, hasta ahorita caigo en la razón que no sólo era difícil ser hombre sino también mujer. Es como si los hombres no debiéramos llorar y las mujeres tenían que llorar por nosotros. Hoy se ha vuelto menos complicado y eso es bueno, mi papá ya es muy grande y no va a cambiar, su corazón y mente ya son cerrados a sus costumbres y así va a morir. Mi madre falleció hace 3 años y antes de dejarnos nos pidió perdón por nunca defendernos pero a ella le hicieron saber a base de golpes y regaños que su esposo era su dueño y el que decidía si ella vivía o no”.

Teo sostiene que hoy a él le gusta abrazar a sus hijos, nietos y hasta a sus nueras y yernos porque, “Es bien bonita la familia y todo lo que en ella se da y tengo presente que llorar si está permitido a los hombres y eso, no nos hace ser menos ni nos quita nada”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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