Dicha luz, más que la de focos y lámparas e incluso la de la televisión, altera el ritmo biológico o circadiano, responsable de la secreción de sustancias hormonales durante el sueño, como cortisol, melatonina, prolactina y la hormona de crecimiento.
La luz que emiten los dispositivos electrónicos (gadgets) es nociva para el crecimiento de los niños, sobre todo si se utilizan por la noche.
La luz artificial es capaz de engañar al reloj biológico, alterando el sueño de los pequeños y, por ende, impactando en su crecimiento
Dicha luz, más que la de focos y lámparas e incluso la de la televisión, altera el ritmo biológico o circadiano, responsable de la secreción de sustancias hormonales durante el sueño, como cortisol, melatonina, prolactina y la hormona de crecimiento.
De acuerdo con el doctor Armando Blanco, endocrinólogo pediatra del Hospital Infantil de México, la luz artificial es capaz de engañar al reloj biológico, alterando el sueño de los pequeños y, por ende, impactando en su crecimiento, toda vez que los niños con ciclos de sueño alterados no producen los niveles de hormona de crecimiento necesarios.
Expuso que al dormir cerca de las pantallas se pierden 21 minutos de sueño, mientras que dormir con la televisión representa una pérdida de 18 minutos, por lo que los dispositivos de pantalla pequeña retardan la liberación de melatonina más que la luz de la televisión.
Al dormir cerca de las pantallas se pierden 21 minutos de sueño, mientras que dormir con la televisión representa una pérdida de 18 minutos
El riesgo asociado con el sueño de corta duración, explicó, va desde bajo rendimiento académico, problemas de conducta, ganancia de peso, hasta los trastornos de crecimiento.
El especialista destacó la importancia de vigilar los hábitos de sueño de los niños para identificar cualquier alteración, y mantener buenos hábitos.
También recomendó dejar fuera del alcance de los niños, celulares, tablets y otros aparatos que puedan afectar el proceso para conciliar el sueño.
Detalló que un niño recién nacido debería dormir, en promedio, 16 horas por día, mientras que los niños pequeños requieren de 10 a 13 horas.
La OMS indica que los niños de todo el mundo tienen el mismo potencial de crecimiento, sin embargo, está determinado, entre otros, por factores ambientales como el sueño.