Luz divina

Véritas Liberabit Vos

Se ha llegado a la fecha más hermosa del año, la fecha en la cual los corazones de todos los humanos se unen en sintonía para que aunque sea por solo unas horas el bullicio y las luces multicolores embarguen de un intenso deseo de amor y fraternidad para el prójimo y el ánimo encendido para festejar algo que va más allá de nuestra propia existencia.

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Es verdad la Navidad trae consigo un cúmulo de sentimientos que a cada uno de nosotros nos mueve a tratar de ser diferentes, a percatarnos con más atención aquello que somos o que hemos sido hasta el momento y nos brindamos la oportunidad de buscar un cambio en nuestras vidas, tratando de encontrar un camino  alejado del odio, la envidia o el enojo.

Y no es para menos pues en sentido propio si cuando es nuestro onomástico nos sentimos agradados por todas esas muestras de cariño que recibimos por parte de nuestros familiares, nuestros amigos de todos los que en ese momento comparten con nosotros ese momento de vida, con mayor  razón al recordar el nacimiento de nuestro propio Creador y hacedor de la vida, estamos hablando de la dichosa venida de Dios mismo, tal y como las escrituras lo señalaron naciendo en un humilde pesebre rodeado de animales que le brindaban calor con sus cuerpos, y de la mano de una mujer de la estirpe de David que por obra y gracia del Espíritu Santo lo había engendrado y habiendo aceptado diciendo las dulces palabras después de haber recibido la visita del Arcángel Gabriel  “He aquí la esclava del Seños, hágase en mi según su palabra…”

En esa dichosa noche cuando La Madre de Dios y San José recorrían las calles del pueblo de Belén buscando infructuosamente quién pudiera darles posada para descansar y como ya era tiempo tener un digno lugar para que pudiera nacer el bebé de tan dichosa espera, tal fue la condición humana y la ceguera que ninguna puerta quiso abrirse, en ningún lugar pudo encontrar asilo, ya era tarde, no había espacio, no se sabía quién eran, estos fueron entre otras cosas los motivos que se esgrimían para no dejarlos pasar esa noche bajo un techo y abrigo y nosotros al ver esto decimos ¿cómo fue posible?

Mas sin embargo esta historia de la víspera de Navidad de hace más de dos mil años parece volverse a repetir en nuestro tiempo en cada uno de nosotros en que por tantos compromisos que adquirimos, por esa vida agitada que tenemos, por las presiones fuertes de la economía, por el cansancio propio del cuerpo vamos alejando a Dios de nuestra vida y lo que es mas en esta temporada invitamos a todos aquellos amigos y familiares incluso si es posible vemos la posibilidad de ofrecerles un bello obsequio por ser Navidad, pero inconscientemente le cerramos la puerta al principal invitado y festejado, al motivo de toda esta celebración… Es verdad dejamos fuera de nuestro corazón a Dios contestando como el tradicional canto de pedir posada: “Aquí no es mesón sigan adelante… “y repetimos la historia de Belén.

Por eso hoy es el momento preciso para poder reflexionar y dar gracias a Dios por todo aquello que nos ha dado, por la vida, por nuestros padres, hijos, amigos, trabajos, logros y sinsabores que nos dan lecciones grandes de vida, abrir nuestro corazón para que en el renazca la Luz Divina que  recuerde las palabras de aquél ángel que se apareció a los somnolientos pastores que cuidaban sus ovejas cerca de ese pesebre  “ Gloria a Dios en los cielos y Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

Estimados lectores aprovecho estas líneas para desearles una muy feliz Navidad y que esa Paz anunciada por la venida del salvador sea suave bálsamo que cure nuestros dolores y haga nacer  el brillo de la esperanza para sus familias y seres queridos y así mismo que el año 2015 traiga 365 oportunidades para ser cada día mejores personas y ciudadanos de un México más próspero.

Mis mejores deseos a todos los lectores de este prestigioso Diario.

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