Simples Deducciones
Ly como le gusta que le digan y se escriba, apenas comienza a ver que su felicidad fue abruptamente detenida por su familia, por sus amigos, por los vecinos pero principalmente por ella misma, recuerda con tristeza su vida en un rancho al sur de Nayarit, donde los hombres no deben llorar y las mujeres con que sepan leer y escribir es más que suficiente porque lo principal que deben aprender es hacer de comer, tortear a diario, hacer el aseo de casa y en especial lavar y planchar con “diplomado”.
Reconoce que la vida ha cambiado en ese lugar, “ahora pasan vendiendo las tortillas en una moto y ya se lava en un lavadero y con suerte hay una lavadora, antes necesitabas ir a un arroyo y tallar la ropa de mis dos hermanos hombres, dos primos que vivían con nosotros y la de mi papá, yo por ser la más grande poner el ejemplo de todo lo que las buenas mujeres deberíamos saber hacer”.
Dice que el divorcio no fue formal, “o sea, nunca hemos hecho el papeleo Luis y yo simplemente esa noche que le dije lo de su prima se salió de la casa y yo hecha un manojo de nervios fui a mi casa y le dije a mi mamá por lo que pasaba, me echó de la casa gritándome una serie de cosas que no voy a repetir, mi papá oyó y me dijo que yo le daba asco. Me quedé sin nada en minutos, caminé y el señor de los abarrotes me dio un aventón aquí a Tepic y me dijo que con su hermana me podía quedar, al final de cuentas yo la conocía pues también es del rancho”.
“A ella le platiqué todo y me dijo que las palabras de mi mamá son producto de su crianza mal arraigada y me dijo que ella tenía contacto con Mayra, que ahora vivía de nuevo en Nayarit pero en un destino turístico de alto impacto y aquí estoy contándote esto a 10 años más de distancia de aquello. Me casaron de 15 años, hoy tengo 35 y soy una mujer plena que trabaja como mesera en un restaurante, Mayra tiene 37 y cuando nos encontramos supimos que siempre nos habíamos amado, que ella es la persona con la que quiero estar el resto de mi vida”.
“De mis padres no quiero saber nada, aunque tampoco les deseo mal, le pido a Dios por ellos y por mis hermanos todas las noches y le pido que a mí no me olvide, que cuide de Mayra quien trabaja en un hotel cercano a este lugar y que nos dé la oportunidad de seguir riendo juntas, viviendo así, libres. Aquí paseamos tomadas de las manos, nos sentamos abrazadas, juntitas oyendo nuestros corazones y nadie nos mira con asco o rechazo, salimos algunas noches con parejas igual que nosotras y nos sentimos apreciadas, queridas pero sobretodo respetadas. Hoy digo abiertamente que soy feliz y que por nada daría un paso atrás a la vida que tuve, con Mayra lo tengo todo y sólo puedo decirle a quienes no se animan a que lo hagan, que la vida sólo se vive una vez y que para nada podemos desperdiciar un minuto cada oportunidad que la vida nos pone al alcance, sé que Dios nos apoya y con eso me doy, no quiero más”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo Juanfechavez@gmail.com