Raquel Fernández observaba a los trabajadores del cementerio bajar el ataúd de su abuela a la tumba y colocarlo sobre el féretro de su abuelo, enterrado apenas tres días antes.
Eusebio Fernández y Rosalía Mascaraque, ambos de 86 años, fueron dos de los más de 10.000 fallecidos en España a causa de la pandemia del coronavirus.
Al igual que las de miles de víctimas de edad avanzada en España, sus muertes esta semana ilustran una de las realidades más oscuras de la crisis: Los médicos en hospitales saturados y con necesidad de más recursos deben tomar decisiones cada vez más difíciles sobre quién recibe la mejor atención, y la edad parece importar más que nunca.
“Por la falta de recursos y de materiales en este país no hay para intubar a una persona de 86 años, es así de cruel», dijo Fernández, quien es enfermera. «Mis abuelos han luchado toda la vida por ser felices y acumular todo su esfuerzo para tener una vejez digna, e inevitablemente es un momento muy doloroso y, por supuesto, ha supuesto para nosotros un hecho y una situación bastante difícil de asimilar».
Sus abuelos enfermaron con tos y fiebre y después de permanecer varios días en casa como recomendaron las autoridades de salud, su hijo los llevó el 25 de marzo al hospital en Torrejón, al este de Madrid.
Dos días después, Eusebio murió de falla respiratoria tras dar positivo en coronavirus. Rosalía murió 48 horas después, aunque su prueba no fue concluyente. Tampoco fue llevada a una unidad de cuidados intensivos ni conectada a un respirador, lamentó Fernández.
Agregó que su abuela tenía un padecimiento cardiaco, pero dijo creer que la salud de su abuelo era excelente y que le debieron haber dado más oportunidad para luchar.
«Entiendo que, entre una persona de 30 años, otra de 40 y mi abuelo, van a descartar a mi abuelo y lo entiendo, pero esto no hubiera pasado en otro momento», indicó.
La mayoría de los contagiados sólo sufren síntomas de leves a moderados como fiebre y tos, que pueden durar dos o tres semanas, pero el virus puede causar complicaciones graves como la neumonía o incluso la muerte a algunos pacientes, especialmente adultos mayores o personas con problemas médicos previos.
España ha registrado 110.238 infecciones, apenas abajo de los 115.242 casos de Italia, la mayor cantidad en Europa. El gobierno español informó el jueves que el país tenía más de 6.000 pacientes en cuidados intensivos.
Las decisiones agonizantes de vida o muerte se toman en Madrid y el noreste de Cataluña, los principales focos rojos del brote.
El ministro de Sanidad de España, Salvador Illa, dijo que la atención se ofrece según «el cuadro clínico, independiente de su edad».
Sin embargo, hace dos semanas, personal de los hospitales más afectados de Madrid declararon a The Associated Press que los pacientes mayores a 80 años no recibieron prioridad en la asignación de camas en la unidad de cuidados intensivos UCI por su menor posibilidad de supervivencia.
El miércoles, las normas para la respuesta del servicio de emergencias médica de Cataluña distribuida a los hospitales y vistas por la AP recomendaban que los pacientes con el virus mayores a 80 años no fueran entubados.
El doctor Xavier Jiménez Fàbregas, director médico del sistema de emergencia de Cataluña que distribuyó las normas, dijo a la AP que la edad es sólo uno entre varios factores. Añadió que las guías son prácticas éticas aceptadas aplicadas a esta crisis «dado el aumento de pacientes con problemas respiratorios».
Los médicos y enfermeros españoles dicen no dudar que ofrecen la mejor atención posible a todos los pacientes, pero que la falta de respiradores y camas en la unidad de cuidados intensivos durante la creciente demanda los ha obligado a ser más exigentes sobre quién recibe qué tratamiento.
La doctora Olga Mediano, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, aseguró que no sólo se trata de salvar a los más jóvenes.
Siempre «se decide cuál es su techo terapéutico, no es utilizar intervenciones que no van a servir para nada», afirmó a la AP. «Nunca entubas a un paciente de 95 años, no lo soportaría».
Describió que la situación actual es única «con los recursos súper limitados y un número de ventiladores y con una sobrecarga de las UCIs. Hay que priorizar y ver qué pacientes van a beneficiar más de los cuidados».
En su hospital en Guadalajara, Mediano dijo que compensan la falta de respiradores con mascarillas de oxígeno y que algunos pacientes responden mejor de lo esperado.
El sistema de salud pública de España es conocido por su eficiencia y atención universal, pero ha tenido grandes recortes presupuestarios en la última década. En 2017, España tenía un promedio de 9,7 camas en la unidad de cuidados intensivos por cada 100.000 habitantes, comparadas con las 33,9 en Alemania en 2017, las 25,8 en Estados Unidos en 2018 y las 16,3 en Francia en este año, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos.