Un mexicano indocumentado, que vivió los últimos nueve meses en el sótano de una iglesia de Denver, Colorado, para evitar su deportación, dejó hoy su refugio tras ser notificado por autoridades que su detención dejó de ser prioridad.
“Esta es una victoria parcial en mi caso”, dijo Arturo Hernández García, al salir la mañana de este martes de la Iglesia First Unitarian Society en Denver.
Dijo sin embargo a periodistas que “esto no ha terminado”.
Hernández García permaneció en la iglesia, ubicada cerca del centro de Denver, desde el pasado 21 de octubre.
El inmigrante mexicano e indocumentado llegó a Estados Unidos en 1999 con una visa de turista de seis meses, pero decidió quedarse. Se casó y tiene dos hijas, Mariana, de 15 años, y Andrea, de 9.
En 2010, Hernández García fue arrestado después de que se registrara una pelea en el sitio de construcción donde él y su equipo colocaban pisos. Tras las averiguaciones fue declarado inocente.
Pero la detención lo colocó bajo el radar de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) que ordenó su deportación el 21 de octubre de 2014.
De inmediato, Hernández García se refugió en la iglesia para evitar ser separado de su familia.
El ICE tiene como política el no ingresar en “escuelas, hospitales e iglesias”, para detener a inmigrantes indocumentados.
Dichas instalaciones son consideradas por el ICE como “zonas sensibles” y los agentes tienen prohibido realizar aprehensiones.
Laura Lichter, la abogada de inmigración de Hernández García, dijo al periódico Denver Post que la salida de éste de su santuario no significa que su caso esté concluido. “Arturo no ha recibido un pase de libertad”, comentó.