Acusado de ser el segundo tirador en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, por el que estuvo preso por tres años, Othón Cortez Vázquez falleció en Tijuana de un infarto a consecuencia de una enfermedad crónica.
Originario de Oaxaca, prestaba sus servicios como chofer de candidatos y políticos priístas que visitaban esa ciudad fronteriza, en la que habitó por más de cuatro décadas.
El 23 de marzo de 1994 se encontraba en Lomas Taurinas y era el conductor del general Domiro García, pero días después, ya con la teoría del complot, su nombre se sumó al de Mario Aburto Martínez, y fue detenido en enero de 1995 al ser acusado de accionar una segunda arma que hirió al sonorense en el abdomen.
Cortez Vázquez fue uno de los primeros internos del Penal de Máxima Seguridad de Almoloya de Juárez, Estado de México, en donde permaneció hasta ser absuelto por un magistrado del Poder Judicial de la Federación.
Al salir entabló una denuncia por tortura contra el abogado Pablo Chapa Bezanilla, en ese entonces fiscal del caso Colosio.
Con pérdida auditiva a causa de la tortura, Othón se dedicó a hacer trabajos manuales a conocidos para mantenerse, mientras su esposa Juanita formaba parte del magisterio. Después entró a laborar al Parque Morelos dentro del Sistema Municipal de Parques Temáticos de Tijuana.