Narcoterror contraelectoral

Como respuesta al Operativo Jalisco del gobierno federal, y en pleno proceso electoral y puente vacacional, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lanzó una fuerte contraofensiva que afectó no sólo a Jalisco, sino también a otras entidades colindantes como Colima, Nayarit, Guanajuato y Michoacán. No fue una reacción cualquiera del cártel, sino que demostró poder de fuego, despliegue logístico y capacidad operativa para realizar múltiples acciones simultáneas: bloquearon importantes vías, con vehículos incendiados; atacaron comercios, bancos y gasolinerías; emboscaron convoyes militares, derribaron un helicóptero militar, y los enfrentamientos armados produjeron heridos y la muerte de civiles, soldados, policías federales y estatales.

Este desafío obligó a las autoridades federales a decretar el Código Rojo, lo que implicó, según lo declarado por el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, el uso de “todas las capacidades del Estado, privilegiando el uso de la inteligencia para desarticular y neutralizar al grupo criminal”, y reforzar la seguridad de los estados afectados.

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El CJNG fue creado por Nacho Coronel (2007) como un brazo armado del cártel del Pacífico, y pronto se convirtió en una de las organizaciones criminales más poderosas y sanguinarias, gracias al tráfico de narcóticos, armas, etcétera. El accionar citado es su modus operandi, sobre todo a raíz de que Nemesio Oseguera, El Mencho, sustituyó a Coronel en el liderazgo del cártel (2010), y logró su explosivo crecimiento. Su expansión hacia Michoacán condujo a la lucha por el control del puerto de Lázaro Cárdenas y de las rutas del narcotráfico con los templarios. Al ser desmantelados éstos por el gobierno, el CJNG quedó libre para ocupar el vacío.

La feroz respuesta del CJNG al Operativo Jalisco, evidentemente, pretende evitar la captura de El Mencho y la eventual desarticulación del grupo y, para ello, resultó fundamental distraer y dividir a las fuerzas militares y policiales y, claro, propinarles golpes espectaculares para minarles su moral y desacreditar su eficacia ante la población. Al generar caos buscan atemorizar a la ciudadanía, afectar los negocios, el turismo, los ingresos gubernamentales, a la imagen del gobierno y sabotear el proceso electoral, aprovechando la actividad de las organizaciones extremistas (o aliarse a ellas) en su confrontación con el Estado.

Así, como sucede en Guerrero donde la narcoguerrilla magisterial ha ocasionado anarquía y violencia como parte de sus objetivos de impedir las elecciones y lograr el control político de la entidad, el CJNG recurre en Jalisco a estrategias y tácticas guerrilleras, con profesionalismo militar y, por ende, más sanguinarias. Si bien, existen grandes diferencias entre ambos casos, comparten negocio, el narcotráfico, métodos guerrilleros y el enemigo, el Estado.

Su estrategia y metodología guerrilleras se articulan para producir anarquía y aterrorizar a la población, generar polarización, desestabilización y boicot electoral (incluyendo el asesinato o amedrentamiento de candidatos, autoridades electorales, etcétera), no sólo en sus entidades de operación, sino en el país, ya que el clima de violencia creado contribuye a alimentar la crisis de credibilidad en las instituciones, impulsando así a los promotores del voto nulo y a los abstencionistas.

Las elecciones constituyen situaciones de vulnerabilidad para cualquier régimen y se prestan para que grupos delictivos y extremistas se aprovechen de ello.

Entretelones

Se tambalea Joel Ortega por las constantes fallas en el Metro.

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