Simples Deducciones
Ella sostiene que esas 3 relaciones extramaritales, por cierto con hombres de menor edad, “han ayudado a que mi matrimonio siga con gran felicidad”, me cuenta entre alegres carcajadas mientras le da tragos medidos a su té.
Con ojos pícaros se remonta a los primeros 5 años de matrimonio y en los cuales procreó a la luz de sus ojos, su único hijo, “ya sabes, llegaba la tardecita o después de la cena y pues el camino es el mismo, ya sabes donde va a ser el siguiente beso y no es que no lo ame, lo amo más allá de todo, pero siempre tuve ese enfado de repetir las cosas, de manera mecánica, rutinarias pues”, me habla incluso, de noches en las que toda la pasión se ausentó y de pronto era sólo, “por cumplir”, o así como, “por instinto, para que no diga”, y eso lo sientes y te lastima, abundó.
En sus idas a caminar a concurrido parque, se empataba con un joven, “7 años menor que yo, me daba ánimo para dejar de caminar y comenzar a trotar y pues una cosa fue llevando a la otra, después me invitó a tomar una limonada en un jardín, a ambos nos gustan las plantas, fui y creo los dos cuadramos en una plática amena, volví a ir y durante 3 años repetí las visitas, fue un desahogo tan grande, en todos los sentidos”.
Gloria habla tranquila pero con voz entusiasta del segundo amorío, “aaahhhh Beto, bueno pues él era un vecinito que ya se cambió de barrio, amigable, servicial y con una sonrisota, de esas que te iluminan el día aunque esté nublado. Beto fue otra cosa, créeme que me asusté porque creo que me llegué a encariñar con él, más de lo que debí, pero era increíble la hora, media hora con él”.
Antes de que me siga contando, atajo su voz pausada y le pregunto por Iván, “bueno, Iván entre sus dos trabajos apenas si llegaba a comer y vuelta para atrás, cansado, estresado y pues si me vas a preguntar si me siento mal por el engaño, hubo momentos en que así fue, pero ahorita que lo veo desde afuera, no ya no, porque de no haber sido así, yo habría terminado el matrimonio y le hubiera roto el corazón, porque él si me ama y además, ojos que no ven corazón que no siente”.
Cuestiono, ¿Y, el sacramento?, se queda en duda unos minutos y añade que, “pues Dios juzgará mis actos y eso será hasta que me muera, por lo pronto, no sé responder tu pregunta”.
La invito a que me siga contando del tercero y último, “Isaac, papá soltero que llevaba a su hija a la misma escuela que yo a mi hijo, nos dimos unas discretas escapadas, eso sí, te aclaro, con los 3, las fugas siempre fueron por la mañana, porque yo tenía muchos pretextos, desde comprar para la comida, hasta ir a nadar a una alberca o no sé, pero también te digo que arrepentida no estoy, fui feliz y soy feliz”.
Hoy ya no tiene ganas de buscar placeres, si bien tampoco tiene una vida sexual muy activa con Iván, no extraña aquellos ratos de pasión, “vivo tan a gusto por lo pronto, es como si la sed estuviera en pausa, porque hay dos por ahí que me siguen sonriendo, pero no tengo ganas de andar así, quiero mucho a Iván y además se sigue portando bien conmigo, no tengo queja alguna”.
Me asalta una última duda, “crees que Iván, alguna vez te haya engañado?”, se queda unos instantes con el filo de la taza entre sus labios, y me responde, “no, no creo, porque entre los 2 trabajos no le quedaba tiempo y los domingos, pasaba todo el día con nosotros y sus hermanos y mamá, nunca ha cambiado de comportamiento y desde que usa celular, pues nunca le ha puesto contraseña, yo contesto a veces sus llamadas y hasta sus mensajes, no tiene Face, me lleva a todas las reuniones, creo que él me ha sido fiel, y si alguna vez no fue así, no me interesa saber”.
Con esas palabras ponemos punto final a la plática y le agradezco la confianza por haberme contado una parte de su vida que muy pocos conocen; ella asegura que hay muchas historias en la vida real que superan cualquier película o telenovela, que sus amigas han vivido numerosas cosas difíciles de creer y que aunque sabe que la mayoría de las personas la calificarían de “mala”, por ser infiel a su esposo, reitera que no se arrepiente de nada, y aún después de esas palabras con tono áspero, me pregunta mi opinión.
Debo reconocer que me hace dudar un poco, pero agarro aire y le digo que repruebo su conducta y la falta de sinceridad hacia su esposo, no obstante le aclaro que no la juzgo, posiblemente tenga razón en cuanto a que de la forma que hizo las cosas lastimó menos a su cónyuge, pero sobre todo le insisto en que nadie puede juzgar a otra persona porque no vive sus mismas circunstancias.
Me voy caminando con la certeza de que nunca terminamos de conocer a una persona, que por más que vivamos con ella, siempre tendrá secretos, algunos para horrorizarse y otros quizá sólo serán, sus secretos. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com