La verdad… sea dicha
El respeto a las libertades
No puede ser menos preocupante la manera en que la Iglesia Católica está fomentando el odio en contra de la comunidad gay, incitando a sus feligreses para que divulguen entre la sociedad sus arrebatos homofóbicos, que se han nutridos con muchos argumentos chantajistas, anteponiendo el significado universal de la institución de la familia. Todo viene a partir de que el Presidente de la República, don Enrique Peña Nieto, presentó una iniciativa de reforma al Código Civil Federal, para legalizar los matrimonios Igualitarios, la unión entre personas del mismo sexo; entonces, inició a través de las Iglesias y de la organización Frente Nacional por la Familia, una fuerte campaña que ha incluido desde marchas, hasta agresiones de toda índole en contra de la comunidad lésbico-gay. Fue en la misma Arquidiócesis Primada de México donde se tildó de “inmoral” la iniciativa del Presidente Peña Nieto que intenta se reconozca el matrimonio y el derecho a adoptar hijos por parte de las personas homosexuales, una opinión vertida a través del semanario “Desde la Fe” que encabeza el cardenal Norberto Rivera. Desde luego que las opiniones de diversos sectores de la sociedad no se han hecho esperar, desde quienes consideran que la iniciativa presidencial es una aberración, hasta quienes manifiestan abiertamente que las libertades y los derechos de todos los seres humanos se deben respetar por igual.
No sé qué les esté pasando en la Iglesia Católica de México, de dónde les venga esta idea inquisidora, a qué intereses obedezcan, si su postura es un asunto netamente teológico, o tenga trazos y tintes políticos, una intuición que parece ser lo más acertado; de cualquier modo, es innegable que en la actualidad la rígida Iglesia Católica se resiste a reconocer que ya es tiempo de mostrar su parte más humana, ya es tiempo de reconocer que su misión debe estar en el amor genuino hacia todo mundo, aceptando a las personas como realmente son. Es irónico que en su infranqueable postura de discriminación no tengan la honestidad para reconocer que también en su aposento se cuecen habas; hay sacerdotes acusados de pederastia, por lo tanto existen en el clero homosexuales, entonces, de qué moralidad y religiosidad estamos hablando. No es un secreto que la Iglesia desde hace siglos ha representado aciertos y desaciertos en la historia de México; desde la época de la colonización y evangelización por parte de los españoles, pasando por los tiempos de Benito Juárez y sus leyes de reforma que le cerraron las puertas al clero por los abusos que cometieron los terrenales apóstoles de Dios (entonces se dio una lucha sin cuartel entre conservadores y liberales)hasta la benevolente relación de los católicos con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien les abrió la puerta, permitiéndoles desaparecer los rastros del idealismo juarista tan incomodo para el Vaticano.
Qué le digo, amigo lector; en el tema de las personas de la diversidad sexual, antes de intentar criticarlos sin piedad, los católicos deberían pensar en que vivimos en una sociedad pujante y activa, que merece tener ciudadanos de primera, hombres y mujeres pensantes, sensible y humanos, dispuestos a aceptar que como hijos de Dios merecemos la libertad de ser y hacer lo que queramos, siempre que respetemos el derecho de los demás, claro, en la intención de encontrar la felicidad. En un posteo de redes sociales leí; “En un Estado democrático las libertades humanas son el eje rector de las decisiones públicas. Las decisiones mayoritarias reconocen la diferencia de las minorías y las incorporan en el reconocimiento de sus derechos. Imponer convicciones éticas, morales o de cualquier otra índole a los demás rompe este principio”. Más claro ni el agua. Lo que sí es una tristeza, es que los políticos, los funcionarios públicos de primer nivel y los legisladores se mantengan en un silencio sepulcral, lo que se entiende como una posición algo convenenciera para no arriesgar sus carrearas políticas que pudieran afectarse con una desafortunada declaración pública.
El asunto, socialmente es tan delicado, que ya se avizora un nuevo rompimiento diplomático entre el Vaticano y el Estado Mexicano, luego de que el clero ha contradicho una iniciativa que ha surgido desde el seno de la Presidencia de la República. Por cierto, aquí en Nayarit, en 2015, el Congreso del Estado aprobó por mayoría los matrimonios igualitarios. Las diputadas y diputados del PAN, PRD, PRI, respaldaron la polémica iniciativa que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo con todos los derechos y obligaciones. Al tema, los legisladores nayaritas argumentaron que con esa acción se daba fin a la discriminación y al trato diferenciado para con las personas de la diversidad sexual; una reforma al Código Civil del Estado, que se sumó a la ya celebrada en algunos otros estados de la República mexicana. Un revolucionario instrumento legal que hoy la Iglesia Católica pretende echar por tierra en todo el país, con el argumento de cuidar la institución familiar, como si los asuntos jurídicos del Estado Laico fueran de su competencia. Hasta pronto. Para comentarios mi correo robleslaopinion@hotmail.com