Por Daniel Aceves Rodríguez
Etimológicamente el término patria proviene del latín “patris” que significa la tierra de los padres, especificando un poco su sentido; podríamos definirla como “la casa paterna” aquella de donde recibimos la nutrición, cobijo y abrigo, la que albergó nuestros primeros balbuceos, movimientos y conocimientos, aquella de la cual en el transcurso del tiempo queremos regresar, es la tierra natal a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole como son afectivos, culturales, históricos.
Pues bien es esta Patria de la cual en los días de septiembre se habla de ella y se le engalana con un espíritu tricromático en las principales calles y avenidas, los edificios se revisten de orlas, pendones e insignias, las banderitas, rehiletes, silbatos y cadenas de papel que vemos en los automóviles y transeúntes nos señalan un ambiente de júbilo y algarabía propios de una festividad que nos contagia a todos.
Es verdad, a septiembre se le asigna como el mes patrio, y no es para menos su calendario contiene fechas significativas para todos los mexicanos como son: el inicio del movimiento independentista (16 septiembre de 1810), la gesta heroica de la defensa del Castillo de Chapultepec (13 de septiembre 1847), la consumación de la independencia (27 de septiembre de 1821), son por mencionar algunas fechas con un alto significado histórico propicio para reconocer el esfuerzo, heroicidad y entrega de tantos hombres que lucharon para darnos esta tierra que nos ha visto nacer y donde la nobleza obliga a dar su justo reconocimiento y su valor a esos hechos históricos y determinantes para nuestra nacionalidad.
Este orgullo que nos nace genera en nosotros desde niños un valor cívico muy importante que es el Patriotismo que representa ese pensamiento o sentimiento interior que vincula al ser humano con su patria que es parte de su esencia, la cual se manifiesta en un amor a su nación un respeto a los símbolos patrios, a sus tradiciones y costumbres, a sus instituciones y su historia, a sus valores y a su destino histórico.
Un valor que se ahonda en el arraigo a nuestro suelo, a nuestros ancestros, al significado que tiene el pasado, el presente y el mejor futuro al que podemos contribuir con nuestro esfuerzo diario en cada uno de los roles que desempeñamos en nuestro continuo quehacer, dicho sentimiento debe perdurar en todos los meses de nuestra vida no solo en los festejos patrios donde embriagados por el furor de un tañer de campanas y un grito estentóreo nos movemos a gritarle ¡vivas! a México y sus héroes, pero al concluir el fervor nos convertimos en insensibles ciudadanos ajenos a cualquier valor de nuestro terruño, incluso a ser severos críticos e injustos jueces de esta Patria que nos ha acogido en su seno, esto último no es más que un antivalor que conocemos como patrioterismo y que como todo antivalor nos aleja de la trascendencia y beneficios que la práctica de esta virtud conlleva.
Venga pues el beneplácito y la alegría ´por este mes de color festivo y de recuerdo cívico, que en los espíritus y los corazones renazca el fervor del ejemplo heroico de tantos próceres cuya vida de entrega es digna de ejemplo y reconocimiento, que estas acciones enriquezcan ese valor de Patriotismo que precisamente en el hogar paterno se nos enseñó y que posteriormente en las escuelas nos siguieron inculcando, que ese patriotismo nos mueva a ser mejores ciudadanos, a dar nuestro mejor esfuerzo en cualquier campo del accionar humano, que este patriotismo sea parte de nuestro ser en palabra y en acción, y que no quede solo en un patrioterismo que se encienda en el momento al calor del bullicio y del color donde sea solo una flama que se extinga con la menor brisa.
Llenemos nuestro corazón de motivos patrios, de colores y pirotecnia, de sones y sabores, de redobles y poemas; donde ese “Credo” escrito por Ricardo López Méndez inunde con regocijo nuestros tímpanos y nos traslade a esa altura de miras que nos permita reconocer que si conocemos el cielo, es por el cielo de esta Nación, y si conocemos el dolor son por sus lágrimas que están en cada uno de nosotros aprendiendo a ser lloradas; o refresquémonos en la Suave Patria del vate zacatecano López Velarde que nos dice “Patria, en tu tórrido festín, luces policromías de delfín y en tu pelo rubio se desposa tu alma equilibrista chuparosa, y a tus dos trenzas de tabaco sabe ofrendar aguamiel toda tu briosa raza de bailadores de jarabe”, que el significado de cada uno de los colores del pendón nacional nos invite a ser mejores ciudadanos y que las notas del Himno Nacional renazcan el amor a nuestro suelo que desde niños aprendimos a querer.
Enriquezcamos este mes nuestro patriotismo con una positiva reflexión de tanto pasados históricos, vivos y tristes, de un conocimiento más profundo de nuestra historia, pues queda claro que no puedo querer aquello que no conozco, que no puedo amar aquello que no quiero y no conozco y no podré defender aquello que no amo, no quiero y no conozco; invitémonos a conocer más de nuestra historia y vivamos ese orgullo de ser mexicanos.