El pontífice pidió a senadores y congresistas que “respondan de una manera siempre humanitaria, justa y fraternal”
Frente a un Congreso embelesado, el Papa Francisco pronunció una vibrante exhortación a favor de los inmigrantes, al instar a los legisladores a acoger al “extraño en nuestro seno”.
En el primer discurso de un pontífice ante las cámaras, aludió tanto a la crisis de migrantes en Europa como a la inmigración latinoamericana a Estados Unidos y pidió a los legisladores que “respondan de una manera siempre humanitaria, justa y fraternal”.
“Que no nos arredren sus números, antes bien, veámoslos como personas, miremos sus caras y escuchemos sus historias, tratando de responder lo mejor que podamos a su situación”, dijo Francisco.
Lo recibió con entusiasmo un recinto atestado por jueces de la Corte Suprema, secretarios del gabinete y legisladores de ambos partidos, que suspendieron sus riñas para ovacionarlo de pie. El ujier recitó la frase de circunstancias, “Señor presidente, el Papa de la Santa Sede”, y Francisco recorrió el pasillo central lentamente, mientras los legisladores aplaudían y algunos inclinaban la cabeza al verlo pasar.
Después del discurso, salió a un balcón del Capitolio desde el cual se dirigió brevemente a los miles que ocupaban los jardines y el parque más allá. “Buenos días”, dijo, y le respondió un saludo atronador.
Francisco pidió a una multitud de decenas de miles que recen por él. Esto es tradicional en él, pero en esta ocasión, hablando en español, reconoció que no todos los presentes eran cristianos o siquiera creyentes:
“Si hay entre ustedes algunos que no creen o que no pueden rezar, les pido que me envíen buenos deseos”.
Concluyó en inglés con “Dios bendiga a Estados Unidos”.
Posteriormente fue a una iglesia local donde pronunció una breve alocución en español sobre la ayuda a los pobres, para reunirse luego con indigentes en las Caridades Católicas de la arquidiócesis capitalina.