Por qué me caen mal ciertas personas

Cuando conocemos a alguien por primera vez, inmediatamente nos damos cuenta si nos cae mal. Pues bien, eso que llamamos primera impresión resulta tener más valor del que creemos.

La razón es porque en medio segundo la imagen de esa persona queda grabada en el lóbulo frontal de nuestro cerebro, el que da paso a 8 segundos posteriores para analizar su imagen de acuerdo a nuestra memoria, neuronas espejo y conocimiento, determinando por último si nos cae bien o no.

Publicidad

Y lo mismo sucede cuando sentimos “química” al estar frente a alguien a quien recién hemos visto.

La imagen puede verse influenciada por diversos factores. Las razones son científicas:

Lenguaje no verbal. Cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de la información que obtenemos de esa persona procede de sus palabras. Los investigadores estiman que entre un 60% y un 70% de lo que comunicamos lo hacemos mediante el lenguaje no verbal. Es decir, gestos, postura, apariencia, mirada y expresión. Todo esto hace que una persona acabe cayendo bien o mal en un primer contacto.

La información no verbal de una persona nos dice muchas cosas: la manera de vestir, si es convencional, extremadamente tímida,  excesivamente simpática, su olor corporal… todo eso nos aporta más que la parte verbal.

Intuición. Además de la parte física, también hay que recordar la importancia de parte psíquica, es decir, el cerebro siempre reconoce si nos quieren engañar.

Las mujeres somos mucho más intuitivas que los hombres y acertamos más con las primeras impresiones.

Detección cerebral. El cerebro detecta de manera instintiva, sólo por el aspecto físico, si una persona nos da buenas vibraciones o no, es una cuestión de supervivencia, al igual que rechazamos ciertos alimentos o situaciones que nos provocan miedo.

Pocas habilidades sociales. La gente que cae mal suele ser poco hábil socialmente hablando. Psicólogos ponen varios ejemplos: caen mal las personas que apenas te conocen empiezan a contar su vida privada o sus problemas, las que critican a terceras personas, las que sólo hablan de ellas mismas, las que son excesivamente simpáticas o bromistas, las indiscretas, las que hablan todo el rato sin dejar hacerlo a los demás, las que pretenden tener siempre la razón o las que se creen superiores al resto.

Por suerte, todos estos defectos pueden corregirse.

El problema es que la mayoría de la gente que cae mal no es muy consciente de ello, por lo tanto es muy importante el autoanálisis: ¿Cómo me ven a mí desde fuera y por qué caigo mal?.

Asimismo, es bueno ponerse delante del espejo, hacer como un actor de teatro para ver así si tus facciones son demasiado rígidas o desagradables.

Afortunadamente, también, es posible aprender carisma e intentar corregir determinados defectos.

Algunas de las soluciones que proponen, además,  los expertos son cuidar la imagen y el aseo personal,.

Grabar un vídeo para verse y oírse también sirve. Muchas veces, cuando te ves desde fuera te das cuenta de tus errores.

Otra buena manera de reconducir esta situación es que los amigos se atrevan a decirle a la persona afectada de una manera diplomática que debe corregir ese defecto. Pero claro, normalmente, las personas que nos causan rechazo ya no son amigas nuestras.

Muy a menudo son pequeños defectos que pueden corregirse, y a veces es tan sencillo como callarse un poco o cambiar el tono de voz, que puede resultar demasiado imperativo.

Otra de las tácticas que pueden llevarse a cabo para agradar es anticiparse a lo que le gusta a nuestro interlocutor y crear semejanzas y puentes comunes, porque cuando percibes que la otra persona puede compartir tus creencias, valores o es de tu mismo equipo de fútbol, por ejemplo, nos resulta más atractiva.

También es importante desarrollar la capacidad de empatía, la de ponerse en el estado de ánimo del interlocutor. La empatía es lo más importante porque los individuos detectan instintivamente si pueden contar o no con la persona que acaban de conocer y eso causa agrado o rechazo.

Curiosidadades

Un estudio británico descubrió algo curioso. Las zonas cerebrales de los humanos que se activan ante estímulos que provocan asco o miedo son las mismas que se activan cuando alguien nos cae mal. El cerebro detecta de manera instintiva, sólo por el aspecto físico, si una persona nos da buenas vibraciones o no, es una cuestión de supervivencia, al igual que rechazamos ciertos alimentos o situaciones que nos provocan miedo.

Con  mucho esfuerzo, las personas que caen mal pueden mejorar en un 75% su imagen, modales o tono de voz, pero el 25% restante seguirá invariable y no se puede disimular.

Todo el comportamiento debe parecer auténtico porque si no se corre el riesgo de no resultar creíble y causar aún peor impresión.

Un buen aspecto físico, transmitir credibilidad y tener pericia, es decir, mostrarse conocedor del tema del que se habla, son las mejores maneras de caer bien.

Las personas que, sabedoras de que no conectan bien con el resto, se ven incapaces de solucionar el problema pueden llegar a desencadenar enfermedades o patologías. Es el caso de la ansiedad social, que se trata de una timidez extrema en la que el afectado padece miedo a quedar o relacionarse con otras personas.

También pueden darse fobias y trastornos depresivos. En este punto, los psicólogos apuntan que en muchos casos de bullying las víctimas son niños o niñas que, por su físico o por ser empollones, caen mal a un grupo de compañeros que acaban metiéndose con ellos.

En el otro extremo están las personas que ya de entrada caen muy bien. Los expertos aseguran que hay gente que tiene un encanto natural, intrínseco, que hace que los que están a su alrededor se sientan bien porque son personas alegres, simpáticas y positivas.

En este apartado, las personas guapas tienen ya una parte importante ganada porque la primera impresión que causan acostumbra a ser buena, aunque luego con el tiempo nos demos cuenta de que es estúpida. Es injusto pero los guapos, sin abrir la boca, ya caen mejor de entrada que los feos. Un ejemplo de este instinto básico o primitivo es el caso de los bebés. Un recién nacido se ríe y pasa más rato observando una cara bonita con una expresión amable que una cara que no le resulte agradable.

Hay personas con sex–appeal, un encanto innato muy ligado al instinto sexual. El sex appeal no se aprende, se nace con él.

También hay individuos que han aprendido a explotar un carácter amable y se comportan de una manera atenta, sutil, aunque hay veces que se les nota demasiado falsos y por eso mismo hay gente que no se fía de ellos.

Las características que definen a una persona carismática de otra que no son:

Risa. Es el primer contacto para integrarnos a una sociedad, la que inicia todo el proceso de empatía.

Tono de voz.  Revisamos la forma y énfasis en la que nos dice todo. Su interpretación nos hace saber si estamos de acuerdo con ella o no nos podremos llevar bien. En este punto, nosotras hacemos una interpretación más acertada, pero más caótica. Los hombres se dan cuenta rápido, pero de una forma incorrecta la mayoría de las veces.

Memoria. Surge de la experiencia; y nos indica a base de rasgos y tono de voz lo que podemos esperar de la persona que recién conocemos.

Publicidad