La búsqueda de los restos de 63 mineros atrapados en la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, podría tardar años.
Defensores de Derechos Humanos involucrados en las reuniones con el gobierno federal, adelantan que el rescate anunciado por el presidente López Obrador será una obra compleja y completamente distinta a lo que se hizo en 2006, afirman que los trabajos serán muy costosos.
El 19 de febrero de 2006, una explosión sacudió la mina de carbón, Pasta de Conchos, en Nueva Rosita, Coahuila.
A 150 metros bajo tierra quedaron sepultados 63 trabajadores, se cree que estaban hasta el fondo de la mina, a más de kilómetro y medio del tiro o entrada principal.
Grupo México suspendió la búsqueda en abril de 2007 con el argumento de que los rescatistas estaban en riesgo por la acumulación de agua contaminada y de gas metano.
Autoridades consideraron que debido a la magnitud de la explosión era probable que sólo se encontraran cenizas.
Pero las familias afirman que la empresa decidió no gastar más y evitar que quedaran expuestas las deficiencias de seguridad.
“Avanzaron poco más de la mitad, queda sin explorar la mitad de la mina. Esto de que no hay cuerpos, que se desintegraron, se los decían a las a familias los primeros meses, es que ya no hay nada, hasta las hebillas se desintegraron”, agregó Cristina Auerbach, defensora de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Raúl Villasaña Cantú llevaba 7 años trabajando en Pasta de Conchos, era el mayor de cuatro hermanos. Tenía 32 años y dejó tres hijos.
Para mí ha sido algo difícil pues porque un hijo es un hijo. Es una herida muy profunda, muy grande por no saber. Porque la empresa nunca nos informó qué había pasado”, dijo María Trinidad Cantú, madre de minero de Pasta de Conchos.
Durante un año, Trini no se movió de la entrada a la mina. Siempre estuvo acompañada de su esposo, ahora sigue sola, enviudó hace tres años.
“Se fue diciendo, ‘sigue adelante, échale ganas para que rescates a mi hijo y lo pongas conmigo’. Pero ha sido muy difícil continuar la vida”, señaló María Trinidad.
Hilda Aranda Gallegos es la viuda de Tomás Patlán. Su condición no le permitió ir de inmediato a la mina, además, no tenía con quien dejar a sus hijas de 9 y 4 años.
“Yo estaba embarazada, tenía dos meses de embarazo. Él decía ahora sí vamos a tener un niño, sin embargo, él ya no supo qué iba a ser niño”, narró Hilda.
Trece años después no tiene claro qué ocurrió.
“Nosotros pensamos que ellos quedaron vivos, que la empresa no quiso sacarlos. ¿Cómo sería su muerte?, ¿cómo los dejaron ahí? La empresa nos dijo que había mucho gas, que fue la explosión, que había quedado todo en cenizas”, explicó la viuda.
En 2006, Tania tenía 13 años. La mañana del 19 de febrero salió a comprar algo para desayunar. Así recuerda lo que le dijeron en la tienda.
“Explotó una mina allá por San Juan ¿En serio?, ¿dónde trabaja tu papá?, en Pasta, pues creo que fue ahí, en la mina ocho”, recordó Tania Muñoz Martínez, hija de minero de Pasta de Conchos.
No se equivocaron, su papá Jorge Bladimir Muñoz, quedó sepultado en Pasta de Conchos.
Trece años después del siniestro, con una queja en trámite catalogada como “admisible” ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las familias se sentaron por primera vez con el Gobierno federal a hablar del posible rescate de los restos.
Los abogados que los acompañan adelantan detalles del proyecto encabezado por la Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, dicen que no será de inmediato.
“Se tendrá en un proceso abierto que concursar o licitar la obra y eso llevará tiempo. Es un rescate complejo y lo es también porque las familias han sido muy claras en que de ninguna manera se consentiría que se expongan más vidas durante el rescate. Es real que hablamos de una temporalidad de años y no de meses”, afirmó Santiago Aguirre, director del Centro PRODH.
“No se está pensando un rescate como lo estuvo haciendo Grupo México. Estamos hablando de muchísimo dinero”, concluyó Cristina Auerbach, defensora de la Organización Familia Pasta de Conchos.
Trini, Hilda, Tania, Elvira y Gela están esperanzadas, no dudan en que podrán recuperar lo que les pertenece.