Véritas Liberabit Vos
Por Daniel Aceves Rodríguez
La situación que imperaba en nuestro país durante los primeros años del siglo pasado, demostraban la presencia de un régimen porfirista que después de más de treinta años de gobierno se encontraba anquilosado en sus principales estructuras, la avanzada edad del general que se combinaba con la enorme influencia en el grupo que lo rodeaba, no le permitía darse cabal cuenta de las necesidades de la sociedad, una sociedad que era ya muy distinta de aquella de 1876 que recibió Díaz en su primer periodo como presidente, una sociedad que provenía de una pugna continua entre facciones, las cuales nada positivo dejaban para el país, había cambiado a otra muy diferente donde su problemática social y económica era de una complejidad distinta, una sociedad que buscaba espacios de participación política y con una visión de mayor desarrollo social. A este punto se puede añadir, entre otros factores: rumbo negativo que había tomado la actividad de los Científicos, camarilla en el poder que se repartían prebendas y ostentaban privilegios para un grupo reducido de mexicanos, principalmente en las clases altas, la devaluación de la plata, la recesión internacional en 1907 y 1908, las criticas mordaces lanzadas por publicaciones como Regeneración y El Hijo del Ahuizote, promovidas principalmente por Ricardo Flores Magón y los grupos mezcla de socialistas, anarquistas y liberales que crearon un ambiente de descontento y fue el germen para que se desencadenara la Revolución de 1910, un movimiento encabezado por Don Francisco I. Madero, quien enarbolando el Plan de San Luis hacía ver objetivos de un movimiento más bien político que social, movimiento que logra la renuncia del general Porfirio Díaz en mayo de 1911 y su exilio voluntario a la ciudad de París culminando con ello más de 30 años de esta etapa conocida como El Porfiriato.
Sin embargo, lo que podría considerarse como el inicio de una nueva plataforma para el país se vio abruptamente cortado con el sacrificio en 1913 de Madero y José María Pino Suárez, hecho que cerró la primera etapa de la Revolución Mexicana, a la cual le siguió la Revolución Constitucionalista de 1913 a 1915 donde el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, se levanta en armas contra el presidente Victoriano Huerta le sucede Carranza como presidente de 1916 hasta su trágica muerte acontecida en Tlaxcalaltongo, Puebla, en 1920, con la que se finaliza una segunda etapa en esta Revolución.
En 1920, bajo el Plan de Agua Prieta y tras un interinato de Adolfo de la Huerta, gobernaron en 1920 a 1924 Álvaro Obregón y de 1924 a 1928 el general Plutarco Elías Calles, es durante este periodo donde se malogra el añejo intento de volver al poder esta vez por parte de Álvaro Obregón que ya como presidente electo es asesinado en 1928.
Después vendría un periodo conocido como el Maximato durante él ocurren dos hechos importantes: el fin de la Cristiada y la fundación del sistema político mexicano, este último hecho es uno de los principales frutos nacidos de la revolución que hoy celebramos, ya que desde 1930 hasta nuestros días ha habido una trasmisión pacífica del mando presidencial, a otro partido como fue en el años 2000, la pacificación del país donde todos los presidentes han culminado en forma completa y sin contratiempos alguno su periodo reglamentario, no como fue durante todo el proceso revolucionario de sobresaltos donde por cada Plan propuesto era un movimiento contra el Presidente en turno y una nueva asonada de inestabilidad o violencia.
Los mexicanos de hoy vivimos en un México que como es lógico debe ser cambiante y adaptarse en los procesos de desarrollo y despegue que marca el ritmo actual, pero conservando siempre sus raíces, costumbres y tradiciones que lo formaron como nación y a pesar de los embates que desvirtuaron la revolución como lo fue el cardenismo o los intentos revolucionarios socialistas de 1968 o los de los guerrilleros zapatistas de 1994 que intentaron desestabilizar al país con una falsa revolución, nuestro país seguirá adelante en el camino que quedó señalado con el ejemplo de verdaderos hombres revolucionarios que lucharon por legar a las generaciones venideras un México mejor.