Al parecer el cineasta y sus amigos querían mandarle un claro mensaje a Netflix.
La opinión sobre la elección de Green Book como Mejor Película en la 91ª entrega de los premios de la Academia, los famosos Oscar, ha sido unánime: No debió ganar. El cómo fue posible que Roma de Alfonso Cuarón, que era la favorita de la crítica, haya ganado mejor director, cinematografía, película extranjera, pero fuera relegada en el máximo galardón de la noche es un misterio. Bueno, no lo es tanto.
Según reporta el periódico El País en su crónica sobre las fiestas posteriores a la ceremonia del Oscar, al calor de las copas algunos integrantes de la Academia contaron su versión de lo que había sucedido minutos antes en el Dolby Theater.
“Algunos de los miembros que votaron por Roma afirmaron que el Oscar a la mejor película había sido un claro mensaje de la industria a Netflix, el gigante del streaming, que había hecho una gran apuesta para conquistar la edición 91ª de los premios con la cinta de Cuarón”, escribe el diario español.
De acuerdo a la investigación del periódico, el gran artífice de que Green Book ganara esa noche fue Steven Spielberg, dos veces ganador del Oscar, quien utilizó su poder en Hollywood para hacer campaña en favor de la película protagonizada por Viggo Mortensen y Mahershala Ali. Aparentemente, Spielberg es uno de los detractores de Netflix y pensó que Green Book era la opción para mantener contentos a todos.
¿Green Book realmente se merecía el Oscar? Nosotros pensamos que no y nuestro crítico de cine estrella, Nico Ruiz, tampoco. El triunfo de esta cinta se debe agradecerle a Spielberg y a la trampa, una trampa maldita, del racismo gringo.