Véritas Liberabit Vos
La URSS no cedió ni un palmo en su accionar y los esperados juegos olímpicos de ese año se vieron sin la presencia de los Estados Unidos y de países como Alemania Occidental, Canadá, Argentina, Chile, Japón, Turquía, Noruega, Reino Unido, Francia, Australia, Israel, Irán, Arabia Saudita y otros más que sembraron el desánimo y limitaron el lucimiento de lo que es una justa de la magnitud de una Olimpiada y sobre todo por la rivalidad tan grande entre las dos naciones que representaban el enfrentamiento de los grandes polos de la llamada Guerra Fría.
Así ante los ojos atónitos del mundo se vio desfilar a un limitado contingente de naciones el mayor porcentaje provenientes de la Cortina de Hierro y los demás de países que como México tomo su decisión de asistir sin ninguna presión diplomática, en otros casos atletas de países del boicot participaron bajo la bandera olímpica exceptuando los norteamericanos a los que se les negó rotundamente esta opción; incluso la ausencia de China en esta justa deportiva no se debió al boicot sino a un desacuerdo con una resolución de que Taiwán participara con el nombre de China Taipéi.
Las consecuencias de este boicot aparte de lo deportivo y frustrante para los atletas fue que en 1984 el bloque comunista encabezado por la URSS le devolviera la moneda a los Estados Unidos y ahora ellos boicotearan los Juegos Olímpicos que cuatro años después se llevarían a cabo en Los Ángeles donde se involucró a 14 países como una actitud ante la falta de seguridad en ese país y los sentimientos anti soviéticos de la población, el daño ya estaba hecho y se devolvía el gesto anterior.
La Historia y el tiempo marcaron el desenlace cinco años después; el bloque soviético se desmoronaría, el Muro de Berlín se derrumbaría y cual castillo de naipes la geopolítica de Europa Oriental sufriría un drástico acomodo; las políticas del Glasnost y Perestroika auspiciadas por Gorbachov trajeron lo que durante años se pensara como un imposible, así el mapa de esa región cambió y volvió a emerger la Rusia, Yugoslavia se desintegró igual que Checoslovaquia, Alemania se reunificó, se inició el camino de un Nuevo Orden Mundial.
Ahora casi a 30 años de aquellos cambio vertiginosos Rusia pretende regresar a ese gran orgullo nacional y de poder, tiene en su liderazgo un personaje que ha llegado ya a su cuarto mandato aparentemente sin ninguna oposición clara en el camino, donde no solo trata de englobar las antiguas hazañas de los zares triunfadores contra el gran conquistador Napoleón, sino que también liba de los resabios de los Stalin, Kruchev y Brechnev, y más ahora que apostado en la silla de la Casa Blanca tiene a un personaje impredecible con ansia de poder y una forma de muy particular de gobernar pero sobre todo con una actitud personalista y poco diplomática.
La obsesión de Vladimir Putin es devolverle a Rusia su poderío en lo económico y en lo político y en este año tiene frente a sí uno de los motivos más poderosos que lo pueden catapultar hacia las esferas siderales que ambiciona en su camino y esto es el Mundial de Rusia, evento en el que se ha invertido ya más de 20 mil millones de dólares, una cifra que supera por demás a las que se gastaron por los Mundiales de Brasil o Sud África.
Este evento que acumula multitudes es elemento perfecto para Vladimir Putin no solo para consolidar a Rusia como esa superpotencia política, económica y de liderazgo global al que ha aspirado desde que llegó al poder, sino la vitrina principal para mostrarlo al mundo como el líder moderno de una Rusia fuerte y consolidada que dicte los destinos y rúas del desarrollo mundial.
Claro que esto no cubre las políticas autoritarias que rigen en dicho país, que de puertas hacia dentro se sabe que es un régimen autoritario, de su postura en la guerra de Siria y de los ataques perpetrados en ese territorio, así como los casos de Ucrania y Georgia que no tienen la magnitud de una invasión de Afganistán pero están bajo el mismo tenor.
Las condiciones son otras, incluso la reglamentación de la FIFA que establece que un país que boicotea la asistencia a un Mundial automáticamente es excluido de participar en otro, lo que a las federaciones no conviene, sin embargo la postura de Donald Trump ante este evento no es el mejor de los escenarios dada la ya tensa situación por el caso Sirio así como el conflicto entre el Reino Unido por el ataque hace unos meses a un espía y a su hija.
Esperemos que este Mundial transcurra deportivamente hablando en los mejores términos y que los aspectos políticos, la beligerancia y los enconos queden de lado.