Les queda el salado y el agrio, y ya que son comedores de pescado, los especialistas no entienden la pérdida del sabor umami.
Jianzhi ‘George’ Zhang, profesor en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la UM, reconoce no tener una buena explicación para esto, aunque sospecha que los cambios sensoriales están ligados a antiguos fenómenos climáticos de enfriamiento en la Antártida, donde se originaron los pingüinos.
La lengua humana tiene varios miles de papilas gustativas que nos permite degustar diversos sabores mientras que, como indica Daily Mail, las lenguas de pingüinos poseen un solo tipo de papilas linguales rígidas, aguda y cubiertas por una gruesa capa.
La ventaja de esta condición es que les ayuda para capturar y detener los peces resbaladizos u otra presa.
“Su comportamiento de tragar toda la comida, su estructura y función de la lengua, sugieren que los pingüinos no necesitan la percepción del gusto, aunque no está claro si estos rasgos son una causa o una consecuencia de su mayor pérdida del gusto”, dijeron los expertos.