Ignorando las voces de aquellos que le decían que no, Araceli Pérez Ortega, Oficial Segundo en Atención Pre hospitalaria en la Unidad de Protección Civil y Bomberos, un día tomó una decisión que le cambiaría la vida, “me entró como más el hecho de decir que si se podía, pero pensaba que era imposible porque era muy insegura, no me creía capaz de poder ver sangre o los accidentes”.
Fue el 2013, cuando pensó seriamente en convertir su trabajo en una oportunidad de auxilio para los demás. “Yo trabajaba como cajera en un banco y una persona me dijo que en el municipio había una academia de paramédicos; entonces, vine, me aceptaron y después de un año como voluntario me contrataron”.
Cinco años han pasado desde entonces y en cada servicio de emergencia que ha participado, ha puesto todo su empeño para ayudar. Recordó un caso en particular, ”un niño pequeño que fue atropellado, lo llevaron a la Cruz Roja y cuando llegué lo tenían con oxígeno; por sus lesiones, me lo llevé a la Clínica del IMSS en Mezcales y cuando llegamos ya no pudieron hacer nada,luego de darles la noticia a los padres, llegó un momento en el que yo quería salir de ahí, hincarme y gritar, no se, hay servicios que te ganan”.
En contraste, ha tenido muchas satisfacciones, como el caso de una menor de 17 años que intentó suicidarse, “cuando llegamos estaba en el piso. Al principio ella no quería ni hablar. Pedí que me dejaran hablar con ella y por más de dos horas, al final levantó la cabeza y me sonrió, me dio un abrazo y las gracias por haberla ayudado. Me dijo que no dejara mi trabajo porque yo podía cambiar la vida de la gente”.
“Estar aquí te cambia la vida. Valoro más lo que tengo, mis hijas, mis padres el vivir el día a día; el despedirte, dar un abrazo o un beso en tu casa…no se sabe si regresaremos”. Tiene el firme propósito de seguir aprendiendo y hacer una carrera dentro del área de Protección Civil, se siente agradecida de que actualmente sus superiores, estén enfocados en capacitación efectiva y brindar espacios de desarrollo a las mujeres al interior de la institución.
Definió a sus compañeros como “una gran familia preocupados unos por otros en cada servicio”. Y agregó, “me considero afortunada cuando te dedicas a esto”. Araceli trabaja cada día dando lo mejor de sí; enfrenta la criticas y la discriminación, que a veces la alcanza por “hacer lo que hace siendo mujer”; sale cada día de su hogar sin saber a qué se va a enfrentar, siguiendo esa fuerza que la hace repetir lo mismo al día siguiente; es un ejemplo tangible para sus hijas, una muestra de entereza y determinación.
Araceli, tiene una vocación de servicio y pasión por su trabajo, que no se puede medir.