Caldero Político
El CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) informa que existen más de 52 millones de pobres, 2 de cada 10 adultos mayores pueden solventar sus gastos y los ocho restantes viven en situación de pobreza.
En el caso de los hombres, la realidad es que siguen trabajando aún después de la edad promedio de jubilación, pues las pensiones gubernamentales no son suficientes: 3 de cada 4 varones entre 60 y 64 años están trabajando y 1 de cada 4 mayores de 80 años se encuentra laboralmente activo en empleos cercanos al salario mínimo.
Ancianos sin prestaciones y violentados
La mayoría de estos empleos, reconoce el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), no cuenta con prestaciones mínimas para el adulto mayor como seguridad social, sueldo base, aguinaldo o seguro contra accidentes. Un informe de la CONAPO indica que los ancianos tienen el índice de desarrollo social más bajo en el país, lo que se traduce en pocas posibilidades de vivir la vejez de forma digna.
Otro dato revela la realidad de los más viejos del país: el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición asegura que un promedio de 16 por ciento de los adultos mayores mexicanos sufre algún grado de maltrato como golpes, ataques psicológicos, insultos o robo de sus bienes.
Y según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, tres de cada cinco ancianos sufren violencia dentro de la familia.
Además, abandono
Otro tipo de maltrato es el abandono. Según el estudio “Prevención de caídas en el adulto mayor en el primer nivel de atención en México”, elaborado por la Secretaría de Salud federal (SSA), el 62 por ciento de los accidentes de un adulto mayor ocurre en casa y 26 por ciento en la vía pública, en muchos de los cuales se requiere hospitalización.
Otro dato: el abandono de un adulto mayor no figura en el Código Penal Federal. En el capítulo séptimo del ordenamiento legal sobre el abandono de personas sólo figura hasta cuatro años de cárcel si se abandona a un niño incapaz de cuidarse a sí mismo o a un enfermo. No habla sobre los ancianos del país.
Para rematar cifras de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 muestran que en el país las personas adultas mayores integran el cuarto grupo de población vulnerable; y sólo en 17 de las 32 entidades federativas hay legislaciones locales de no discriminación a este sector.
Por increíble que le parezca a nuestros jóvenes de ahora, fue hasta de junio de 2005 que México contó con una ley federal para proteger a nuestros abuelos. Se le llamó Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores. Eso nos habla del abandono institucional en el que hemos sometido a esa población.
De acuerdo con la CONAPO, para 2030 en México habrá más adultos mayores que jóvenes menores de 15 años y veinte años después de eso, tres de cada 10 personas tendrán más de 60 años. A eso hay que agregar que los mexicanos tienen una concepción negativa de los adultos mayores, principalmente los jóvenes. Casi 85 por ciento de la población piensa en las palabras anciano, viejo, canas, abuelo para referirse a ese segmento de la población. La mitad piensa en experiencia, respeto o sabiduría, las cuales representan percepciones positivas.
Además, las personas en general consideran que se deja de ser joven a los 50 años y se empieza a envejecer a los 67.2, lo que contrasta con la ley, que considera adultos mayores a quienes tienen más de 60 años. Así lo reveló la encuesta Los mexicanos vistos por sí mismos, financiada y editada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
También advierte que la mayoría de individuos mayores de 60 años se encuentra en el estado de México, Distrito Federal, Veracruz, Jalisco y Puebla, por lo que los planes de gobierno deben considerar este aspecto para el diseño de programas públicos dirigidos a ese sector.
En defensa, los ancianos acuñaron este pensamiento: “Duro es llegar a viejo… pero más duro es NO llegar”.
VEREMOS Y DIREMOS.