El secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, reveló que se les alertó sobre los informes iniciales acerca del virus tras una conversación que el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades…
Entre enero y febrero de este año, los servicios de inteligencia de EE.UU. advirtieron en varias ocasiones de la «grave amenaza» que suponía el covid-19, pero ni el presidente Donald Trump ni los legisladores les hicieron caso, por lo que no se tomaron medidas que pudieron haber frenado la propagación de la enfermedad, informó este sábado The Washington Post, citando funcionarios familiarizados con el asunto.
Los informes de la inteligencia estadounidense alertaban sobre la propagación del virus a otros países desde China, y advertían que los funcionarios chinos podrían estar minimizando la gravedad del brote. No obstante, no predijeron cuándo podría llegar el virus a EE.UU. ni tampoco recomendaron medidas particulares que podrían tomarse desde el Ministerio de Salud, ya que no entra dentro de sus competencias.
Las agencias de inteligencia «han estado advirtiendo sobre esto desde enero», explicó bajo condición de anonimato un funcionario que tuvo acceso a los informes de dichos organismos revelados a miembros del Congreso y de la Administración Trump, entre otros. «Donald Trump quizás no esperaba esto, pero muchas otras personas en el Gobierno sí, [pero] simplemente no podían lograr que hiciera algo al respecto», añadió, asegurando que «el sistema estaba parpadeando en rojo».
“Oídos sordos”
El secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, reveló que se les alertó sobre los informes iniciales acerca del virus tras una conversación que el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) mantuvo con sus colegas chinos el 3 de enero. Sin embargo, no fue hasta doce días después que Azar pudo ponerse en contacto por teléfono con Trump, que no se mostró interesado en el tema.
Las advertencias de la inteligencia norteamericana aumentaron hacia finales de enero, cuando se hizo volver a los diplomáticos estadounidenses que se encontraban en Wuhan, localidad china considerada el epicentro del brote. De hecho, según varios funcionarios, algunos asesores de Trump le pedían que se tomara en serio el coronavirus, advirtiéndole de que podría costarle su reelección y asegurándole que el problema del covid-19 podría estar presente en EE.UU. durante los siguientes meses.
Sin embargo, el inquilino de la Casa Blanca seguía creyendo que el coronavirus no se extendería ampliamente por todo EE.UU. como había ocurrido en otros países.
«Fue muy alarmante»
A primeros de febrero, Robert Kadlec, un alto funcionario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, advirtió al Comité de Inteligencia del Senado que el covid-19 representaba una «grave amenaza» y recomendó tomar medidas que pudieran alterar la vida cotidiana de los estadounidenses para mitigar los efectos del brote. «Fue muy alarmante», aseguró una de las fuentes.
El 3 de febrero, Trump prohibió entrar en EE.UU. a los extranjeros que hubieran estado en China en los 14 días anteriores, medida que la inteligencia consideró insuficiente. Doce días después Nancy Messonnier, importante funcionaria de los CDC, dijo a los periodistas que el coronavirus se propagaría por EE.UU. y que podría provocar interrupciones «graves» en la vida cotidiana de la población. En ese momento, el presidente estadounidense se quejó a Azar de que Messonnier estaba asustando a los mercados.
Según los funcionarios consultados por el diario, no fue hasta la semana pasada, cuando la OMS declaró el coronavirus como una pandemia y después de que le mostraran estadísticas sobre la propagación del virus, cuando Trump cambió su postura en relación con este problema de salud pública. Según los últimos datos oficiales, el covid-19 ya ha dejado cerca de 300 muertos y más de 19.000 infectados en EE.UU.