Un amor que lastima, que somete

Simples Deducciones

Por Juan Félix Chávez

Más allá de cuestiones de género, machismo o feminismo, se trata de derechos humanos, de igualdad de condiciones, de tener la posibilidad de una vida libre y digna, pero desafortunadamente Fabiola y Luis no gozan de dichos derechos, y es que su padre y madre adoptivos son “chapados a la antigua”; ambos jóvenes son mayores de edad pero no pueden tener celular, salir a fiestas, dedicarse a lo que les gusta, ni mucho menos tener una pareja sentimental porque tienen que centrarse en estudiar y “ser alguien en la vida”, si no cumplen con las reglas son literalmente echados de la casa donde viven. 

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Junto con su hermana menor Isela, Luis y Fabiola fueron adoptados hace ya más de 9 años por su actual familia, en ese entonces tenían 7, 9 y 14 años de edad, respectivamente; los menores habían sido recogidos por el DIF ya que su madre biológica los tenía en situación de abandono, los violentaba e incluso su padrastro intentó abusar de ellos; su abuela no quiso hacerse responsable argumentando imposibilidad económica, por lo cual el Estado los recogió y los puso en adopción. 

Un matrimonio de mediana edad, imposibilitado para tener hijos de manera biológica, comenzó a hacer los trámites para adoptar a los jóvenes; en un principio habían manifestado interés en sólo adoptar a Isela, la más pequeña de los menores pero al parecer se “tocaron el corazón” y no quisieron separar a los tres hermanos, por lo que decidieron adoptarlos a todos, sin embargo, desde ese entonces —y hasta la fecha—, han tratado de manera hasta cierto punto inhumana, a Luis y Fabiola. 

“A Luis lo corrieron en bóxer, me lo platicó llorando Fabi, todo porque se fue sin permiso a competir a un torneo de basquetbol a otro municipio, ya que en su escuela lo motivaron y se fue junto con su equipo, iban a ir a nivel nacional y él estaba emocionado pero sus papas le decían que eso era descuidar los estudios y que no tendría futuro en los deportes pero él los enfrentó y les dijo que si iría; lo echaron de la casa sin dejarlo sacar nada, le dijeron que no iba a hacer lo que él quería.”

“Imagínate, anduvo limpiando parabrisas como dos semanas y durmiendo no sé dónde, hasta que lo recogió una vecina, al final hablaron con sus padres adoptivos y lo aceptaron de nuevo en su casa pero le prohibieron jugar basquetbol y le dijeron que era la última vez que los desobedecía”, me cuenta Ramón, quien es amigo de la universidad de Fabiola, y asegura que por años ha sido testigo de cómo su amiga es sometida por el “amor” que sus padres aseguran que le tienen.

Ramón me explica que a Fabiola y a Luis no los han dejado trabajar nunca, bajo el argumento de que no lo necesitan y que deben enfocarse en sus estudios, no obstante les dan muy poco dinero para gastar y solamente le satisfacen sus necesidades de la escuela o del diario, pero no sus gustos; lo que sí, es que controlan a detalle la vida de ambos, vigilan todas sus acciones y deciden por ellos en todo. “A Fabiola le revisan todas sus cosas, las de su cuarto, se las revuelven, no tiene privacidad; yo le regalé un celular normal, con whatsapp, porque sólo tiene uno de esos viejitos para puras llamadas y siempre se lo checan sus papas”.

“Al final le encontraron el que yo le di y la hicieron que les dijera quién se lo había dado. Le prohibieron hablarme e incluso fueron a mi casa a hablar con mis papás para pedirles que me llamaran la atención y que me alejara de su hija porque soy una mala influencia. Cuando a veces nos juntábamos a hacer tareas en equipo su papá siempre la llevaba e iba por ella bien puntual, la tienen asfixiada y ella me lo ha dicho, yo le digo que no está bien, no es normal, es violencia”. 

De acuerdo a Ramón la relación que los padres de familia tienen con Isela es muy diferente, a ella la dejan salir más y le permiten cosas que a sus hermanos no, “a Fabiola y tengo entendido que a Luis igual, les agrada que su hermana menor sea bien tratada, ellos también por eso mismo aguantan, porque dicen que tienen un hogar y son muy agradecidos pero en verdad si no fuera porque he sido testigo directo no creería su situación, es muy triste que no los dejen hacer nada”.

Concuerdo totalmente con Ramón, me parece increíble que en pleno siglo XXI y en mi ciudad se den este tipo de dinámicas en las familias, y es que cuando amas a alguien no le impones tus ideas ni limitas su libertad, al contrario, se le apoya a seguir sus sueños, a superarse como persona; no conozco a Fabiola ni a Luis pero creo que no tendrían por qué permitir los abusos de sus padres y confío en que en corto tiempo lograrán salir de la difícil situación en la que se encuentran. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi correo juanfechavez@gmail.com

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