Una baja para la Unión Europea

Véritas Liberabit Vos

La semana que acaba de transcurrir nos mantuvo atentos a noticias que acapararon buena parte de los espacios televisivos y de las páginas de los diarios, una de ellas fueron los hechos violentos registrados en Nochixtlán, Oaxaca, las movilizaciones de los maestros de la CNTE en varios estados, la renuncia de Manlio Fabio Beltrones Rivera a la presidencia nacional del PRI y la histórica decisión tomada por la Gran Bretaña para decir un NO a seguir formando parte de la Unión Europea después de cuarenta y tres años de formar parte de ella.

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Me referiré a esta última noticia por considerarla de relevancia histórica, de trascendencia política y de un pronóstico reservado en lo que a turbulencia financiera y social pueda desencadenar tanto a nivel local como a nivel mundial, ya que los resultados de la decisión de la mayoría pondría a ese jueves 23 como uno de los días históricos de la postguerra ya sin bloques bipolares ni estados totalitarios.

Esta decisión conocida como Brexit por la conjunción de las palabras “British” y “exit” (Britania sale) contrario al vocablo “Bremain” de “remain” o permanecer que no tuvo el mismo impacto en su terminología mediática y por lo tanto  fue manejado como vocablo común para este plebiscito donde los ingleses al más clásico estilo Shakespeariano decidirían voluntariamente el ser o no ser parte de la Unión Europea donde Gran Bretaña es un puntal fundamental.

Fueron semanas de intensa movilización en diversos sectores de la sociedad, el ver banderas en las casas con letreros de “vota por salir” o a poca distancia observar frases de “estoy dentro” daban a entender lo cerrado que sería el resultado de las urnas y cumplir así un compromiso gestado desde mayo del año pasado por el bloque conservador ganador de las elecciones generales. Así vimos cómo el propio Primer Ministro David Cameron, el Partido Laborista, el Partido Nacional escocés (SNP), el Partido liberal, Francia, Alemania y El Presidente de los Estados Unidos daban muestras de apoyo para que Gran Bretaña conservara su posición en la Unión Europea dando referentes y ventajas de  poder vender bienes y servicios a otros países de forma más fácil y evitar un terremoto financiero y volátil, por otro lado El partido Nacionalista (UKIP), más de la mitad de los parlamentarios del Partido Conservador apoyaban el Brexit como una manera de liberarse de un obstáculo para el Reino Unido donde de acuerdo a sus cifras era más lo que se invierte sobre el resultado que se recibe, igualmente se evitarían muchas regulaciones europeas y sobre todo se esgrimió de una manera más marcada el control de las fronteras, sobre todo aprovechando la coyuntura actual del inmenso número de refugiados que a partir del año anterior  ha provocado  el avance islámico y que  es tema común de la política exterior de Europa.

La moneda estaba en el aire, solo que este aire venía ya un poco cargado de un espíritu que ha dominado este primer semestre del año donde se ha votado por el cambio simplemente por el cambio mismo y no bajo un raciocinio fundamentado más en un ejercicio intelectual y meditado en sus consecuencias futuras.

Esta decisión apodíctica generó de principio la renuncia del Primer Ministro David Cameron que tiene sus días ya contados para el mes de octubre donde un nuevo líder tendrá como responsabilidad todo el proceso de salida de la UE, otro golpe más que de inmediato fue en los mercados financieros donde vieron como la libra esterlina caía estrepitosamente en su valor y su consecuente efecto en la Bolsa de Valores londinense, situación que de acuerdo a los expertos del ramo generará consecuencias y ramificaciones con efectos de duración no pasajera.

Los analistas financieros estiman que una vez que esta decisión haya sido digerida se tendrá una economía británica en recesión con consecuencias fuertes en los rubros comercio, industria e inversión, así como la posibilidad latente de un gran número de desempleados, por otro lado la Gran Bretaña ganará en mostrarse como una nación que envía un mensaje de nacionalismo y autonomía para zanjar así políticas de austeridad y ajustes y revisar las más de cuarenta leyes europeas que incidían sobre esta nación.

Queda en el tintero el posible efecto dominó que esta decisión pueda tener en los 27 países restantes, sobre todo en aquellos donde los grupos nacionalistas de acendrado sentido conservador  se influyan de este plebiscito, y vean  una motivación extrema para impulsar en sus países una movilización como la británica, un ejemplo de ello es Francia con el Partido de Le Pen a la cabeza y otros de la misma filiación.

Son pocos días de esta histórica votación donde el sentir democrático de más de treinta millones de electores se determinó con un 51.9% que decidió salir junto a otro 48.1% que buscaba conservar su estado actual; son épocas de cambio en esta generación, similar a la generación que en 1989 vio derrumbarse el muro de Berlín así como la caída de la URSS y  del Pacto de Varsovia; ahora teniendo al Reino Unido como ejemplo veremos qué pasa con aquel añorado sueño de la integración europea.

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