Una canonización cercana

Véritas Liberabit Vos

La canonización del fraile franciscano Junípero Serra Ferrer hecha el pasado 23 de septiembre en la ciudad de Washington D.C. tiene para los nayaritas un significado muy familiar, específicamente para los tepicenses, ya que en la vida cotidiana de nuestra ciudad la figura de este ahora ya Santo de la Iglesia tiene una preponderancia común puesto que su nombre da vida a importante y céntrico Hotel así como a una Institución Educativa que le da una singularidad trascendente a su figura hoy ya elevada a los altares.

Publicidad

El Papa Francisco en su visita a Estados Unidos realizo este acto de canonización que significa el declarar como Santo a un personaje ya fallecido que durante su vida llevó un comportamiento virtuoso, de heroísmo o de martirio, a su vez lo incluye  en el canon o lista de Santos reconocidos, con lo cual se da toda libertad para que se le brinde culto público y universal  asignándole una fiesta litúrgica (que normalmente se establece en la fecha de su fallecimiento así será el día 28 de agosto) y por ende dedicarle a su nombre iglesias, capillas o altares, un ser ya canonizado es por lo tanto llamado Santo y se le reconoce por medio de la Fe el poder que tiene de interceder ante Dios, llevándole las peticiones de sus fieles.

Para llegar a este momento se sigue todo un proceso sumamente detallado donde se analiza la duda procesal de si la persona en cuestión vivió cumpliendo con las virtudes propias de su estado, si llegó con su accionar a realizar acciones heroicas o si a consecuencia de la defensa de la fe sufrió martirio, todo este análisis debe ir acompañado por la confirmación canónica de dos milagros, el tiempo que dura este proceso puede ser sumamente variable y en algunos casos muy largo.

En el caso de Fray Junípero, su proceso inició el 25 de septiembre de 1988 cuando Juan Pablo II lo beatificó basándose principalmente en la gran obra evangélica y misionera llevada por este fraile español qué partiendo de la ciudad de Querétaro se trasladó en 1767  a la Alta California  embarcándose en el Puerto de San Blas no sin antes conocer estas tierras nayaritas, de ahí llegó a Loreto Baja California  donde fundó la Misión de Nuestra Señora de Loreto que sería la madre de las siguientes nueve misiones que fundaría en California así como presidir otras quince más, su legado es tan grande solo basta ver como grandes ciudades de California llevan nombres latinos y religiosos como San Diego, San Francisco, Los Ángeles, Sacramento, reafirmando lo que Juan Pablo II dijo sobre el hoy Santo y sus misioneros al momento de su beatificación: “Fray Junípero y sus misioneros compartían la creencia de que el evangelio es un asunto de vida y salvación, ellos estimaban que el ofrecer a Jesucristo a la gente, estaban haciendo algo de un valor, importancia y dignidad inmenso y que esta convicción los sostenía frente a cualquier vicisitud, desazón y oposición”

El aprecio que hacia Fray Junípero tuvieron los indios de aquella región fue superior a cualquier crítica de la llamada leyenda negra que se cierne sobre los evangelizadores, cuanto más en una región donde se llegó a decir que el mejor indio era el indio muerto, muy diferente a la situación que se desarrolló en lo que hoy es nuestro territorio donde el aborigen era integrado en un mestizaje racial y un sincretismo cultural; igualmente es de reconocer la importante influencia  que estas misiones legaron para el desarrollo económico estadounidense ya que cada misión era primordialmente creada para la evangelización de los nativos, la integración de  personas en la sociedad de la Nueva España y su capacitación para asumir la propiedad y la gestión de la tierra, enseñando el trabajo de la misma de acuerdo al tipo de suelo, clima o latitud, enseñando por igual artes y oficios que serían representativos de cada misión y que a nuestros días forman parte característica y distintiva de esas ciudades.

Un caso especial  dentro de este proceso de canonización fue que con él se dio la llamada canonización equivalente, que es una variante donde no se necesita la aprobación de ningún milagro el cual es sustituido por la probada veneración popular la cual es palpable por todas esas grandes obras que legó para la posteridad y que ahora orgullosamente desde los altares estamos seguros que intercederá por cada uno de los habitantes de este Estado de Nayarit.

A propósito de Fray Junípero Serra, aprovecho para enviar un saludo a un lector de esta columna al profesionista,  exitoso empresario hotelero, pero sobre todo una excelente persona y amigo al Dr. Jorge Sánchez Ibarra quién rotariamente lleva con orgullo el mote de Junípero, digno representa

Publicidad