Véritas Liberabit Vos
El terrorismo no puede ser comprendido, se da cuando el ser humano traspasa la línea de la razón y la cordura, de la comprensión por los demás, cuando pone por encima de la vida humana cualquier principio o razón por ellos enarbolada y para lo cual el privar de la vida es una acción justificada, siendo así la vida ajena un valor de escala mínima.
La violencia siempre ha existido en el mundo, se ha ejercido desde el inicio de los tiempos, así podemos encontrar como en el Génesis nos narra a un Caín que privó de la vida a su hermano Abel al sentir que este último era más hábil y reconocido por su Padre, encontramos pasajes continuos que nos hacen ver cómo las huestes de una tribu combatían con otras por posesiones, riquezas, poder, dejando los campos regados con la sangre de combatientes que luchaban por defender sus principios, y así la historia está plagada de conflagraciones que marcaron épocas o que puntualizaron eras de dominio con el argumento de la mayor fuerza.
Sin embargo el Terrorismo es una modalidad que va más allá de una guerra justificada, ya que la misma no puede ser comprendido por cualquier ángulo que se le examine, puesto que se da como lo explica la Organización de Las Naciones Unidas cuando la violencia está destinada a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a un no combatiente, cuando el propósito de dicho acto por su naturaleza o su contexto, sea intimidar a una población, u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar una determinada acción o para lograr que se abstenga de hacerla.
Por ello los actos de barbarie cometidos por los yihadistas del Estado Islámico el pasado viernes 13 en París Francia, son una clara muestra de la gravedad del espíritu del hombre cuando predomina por encima de la vida humana el odio y la animadversión a todo aquel que no piense o maneje el mismo mensaje de quién enarbola para sí una bandera de sangre y violencia, trasladando esta acción sobre blancos inocentes tomados al azar como lo fueron esas más de 130 personas que les toco estar justo en el momento en que el odio los hizo ser blanco de terror, blanco de demandas, blanco de atención de una causa por demás equivocada.
No podemos quedar fuera de este sentir de indignación y dolor, a pesar de lo ya no tan extraño de este tipo de sucesos, nuestra capacidad de asombro no se puede perder y nos debe de incitar a una extrema reflexión sobre lo que pasa en el mundo, lo cual no es una mera casualidad o hecho fortuito de un actuar del hombre ante el destino, al contrario, es una muestra del lado más trágico y triste, el momento en que la vida de un inocente es la moneda de cambio para infundir miedo, terror, psicosis que doblegue la voluntad humana y poder conseguir sus bajos deseos.
El terrorismo es ahora considerado en este Siglo como el arma más letal que está causando estragos en la civilidad de los países, viene a nuestra mente los atentados de las torres gemelas en el World Trade Center de Nueva York, los ataques al metro de Madrid el once de marzo del 2004, el atentado en el maratón de Boston, el ataque al metro de Londres el 7 de julio de 2005, el vuelo 103 de Pan Am, la masacre de Beslán al norte de Rusia, por mencionar solo algunos y en especial el atentado del pasado viernes en París.
Curiosamente la palabra terrorismo apareció por primera vez en Francia durante la revolución francesa cuando el gobierno encabezado por Robespierre ejecutaba o encarcelaba a los opositores, sin respetar ningún tipo de garantía, así ese término empezó a ser utilizado por los monárquicos como propaganda negativa aplicada al gobierno proveniente de la revolución, esto se unió después a lo manifestado por Maquiavelo en su libro por demás conocido “El Príncipe” donde expresa que ese reinado del terror es una manifestación de terrorismo de Estado utilizado como arma política, pero este hecho no es razón para justificar o reducir de importancia un acto tan cobarde y doloroso como el perpetrado contra los habitantes de la ciudad luz.
Nuestra solidaridad y muestra de afecto a los deudos y a la nación de Francia, extendiendo este clamor a todos los rincones del mundo donde las almas de los hombres viven en sobresalto por el miedo que infunde la amenaza terrorista, duro flagelo de muerte y dolor en este Siglo XXI.