No estaba fuera de los 100 primeros desde su primera temporada como profesional, allá por 1996
El 104 está muy lejos del lugar que le corresponde, pero ése será el número aparejado a su nombre en el ránking mundial desde hoy. Por primera vez en 18 años, Tiger Woods estará fuera de los 100 primeros clasificados, un drama sin igual para el californiano que, sin embargo, empequeñece ante la posibilidad de que su espalda le deje sin jugar el Masters de Augusta por segundo año consecutivo. Él, mientras, calla y deshoja la margarita.
Puede que sí. O puede que no. Tiger Woods mantiene silencio y deja que sea su amigo Notah Begay III quien siembre (aún más) dudas. “Está al 50%”, decía el único jugador con sangre nativa americana pura que ha alcanzado el PGA Tour sobre su colega Woods. Una duda que, por suerte o por desgracia, Tiger no aclarará si no quiere hasta el último momento, pues no tiene obligación de decir esta boca es mía hasta la misma hora de salida en la primera jornada del Masters.
En cualquier caso, y por deferencia profesional, Tiger anunciará su decisión definitiva en los días finales de semana -como pasado ganador de chaqueta verde no será sustituido- y ahí se sabrá el alcance de su drama. Porque la situación de Woods, 14 grandes en su cartera y una lesión de espalda que le tiene en fuera de juego desde hace demasiado tiempo y no sabemos por cuánto más, es un drama.
Quizás no importe demasiado que en el ‘Waste Management Open’ fallase el corte tras tirar un 82 -su peor tarjeta como profesional- en la segunda jornada. Es posible obviar su abandono en el ‘Farmers Insurance Open’ con apenas 11 hoyos jugados porque sus gluteos “no estaban activados”. Incluso se le puede perdonar aquel comunicado del 11 de febrero en el que anunciaba su baja y comunicaba que no volvería a competir hasta que su nivel de juego estuviera a la altura del circuito estadounidense. Pero salir de los 100 primeros y perderse de nuevo el Masters…
Sí, la lesión de espalda de Woods ya le hizo perderse el primero de los cuatro grandes de la temporada en 2014. En aquella ocasión pasó por el quirófano, en esta, ya en 2015, sería porque aún dura la convalecencia. Fue aquella ausencia la primera del ex número uno del mundo desde que debutase como amateur en 1995. Y lo del ránking también es cosa seria, porque la única vez que sucedió previamente fue en 1996.
Desde su debut como profesional hasta el ‘Las Vegas Invitational’ transcurrieron apenas cinco torneos. Apenas cinco semanas hasta que llegó la primera victoria. Apenas 35 días para escalar en el ránking mundial desde la posición 433 hasta el número 75 del mundo. Un ritmo meteórico que anticipaba el advenimiento del extraterrestre, que le llevó al número uno del mundo tras el US Open de 1997. Un total de 683 semanas gobernando el golf mundial, 683 semanas que terminaron no por el ascenso de Adam Scott un día de mayo de 2014, sino porque la espalda detuvo al hombre que un día ni las lesiones podían frenar.