Simples Deducciones
Una jovencita de escasos 12 años hace el intento de pararse y ceder su lugar a ese abuelito, pero oh sorpresa, la mamá lo impide y la vuelve a sentar, “no, que se pare un hombre tú eres niña”, me sorprende la falta de solidaridad con el adulto mayor, la actitud de la madre, la menor nada puede hacer y sólo se queda mirando al señor que trata de sostenerse de pie sin caer al pasillo en un arrancón.
Entonces me sumo en el recuerdo de Televisa, Tv Azteca y sus novelas, la trilogía de las “Marías”, sí, de Thalía por ejemplo, la que nos enseñó que la pobreza se debe dejar atrás con todo y los piojos que le sacaba Carmen Salinas, que sólo bastaba limpiar vidrios en los cruceros, pestañear bonito y un Fernando Colunga aparecería para rescatarla de ese mundo y llevarla a vivir feliz por siempre, con mucho dinero y la vida perfecta.
Entonces todas las niñas comenzaron a querer ser como Thalía, que se sacó costillas para estar flaquita, porque los gordos no encajan en este mundo, ni en la sociedad perfeccionista que dice deber de pesar 10 kilos menos de tu estatura para ser perfectamente correcto.
Gracias Televisa y Tv Azteca por la influencia que ejercieron en sus buenos tiempos y condicionaron a muchas generaciones de hombres y mujeres a ser Marimar o María Mercedes a las mujeres, a nosotros los hombres a ser un Colunga, con músculos marcados, carro descapotable, dinero a raudales, sonrisa perfecta y fuertes de sentimiento, donde nosotros somos quienes debemos pagar las cuentas en cines, restaurantes y paseos, donde vemos mal que una mujer tome la iniciativa y nos invite a salir y hasta a ser parejas, donde llorar es para débiles.
La influencia de los medios masivos de comunicación es demasiada para nosotros como sociedad, que esperamos tener esa vida de lujos sin mucho trabajo, las mujeres se la pasan de dieta en dieta, poniendo uñas a sus uñas, batallando con tacones altísimos todo el día, con pelo lacio llueva o truene, buscando ser las princesas que desde la tierna infancia les mostró que debe llegar, a como sea, el príncipe azul, nadie les dijo que lo son desde el vientre, que no necesitan luchar así para demostrarlo.
Nadie quiere formar mujeres guerreras que sepan que si el novio las ve feo y las jalonea, después vendrán los golpes, los insultos psicológicos, “pareces ramera”, “estás gorda” y lo toman como, “es que me quiere por eso me cela” y en el peor de los casos han terminado muertas.
Nosotros como hombres, nos dicen en casa donde hay hermanas, “deja el plato, que lo recoja tu hermana”, “no hijo, deja la camisa, que la planche tu hermana”, es más, hasta nos dejan la responsabilidad de valorar si el chico con el que salen las hermanas y a veces hasta las primas es “de buen ver” o le damos “aire” aunque nuestra hermana lo quiera.
¿Por qué vivimos así?, ¿Por qué a pesar de que somos civilizados no podemos dejar este apego y desarrollar una plena convivencia de igualdad?, ¿será acaso por la crianza como la mamá del camión?, ¿serán los cuentos de La Cenicienta, de Rapunzel?, porque así no nacemos, nos hacemos, ¿hasta cuándo vamos a seguir siendo, ellas princesas y nosotros príncipes?, ¿cuándo forjaremos un mundo distinto, donde yo también lave platos, barra y cocine y no me tilden de gay?, ¿cuándo le dejarán de decir “machorra” a una mujer que desarma un motor de carro, que pinta su casa y arregla fugas de agua?.
Esperemos que los padres de familia actuales enseñen a sus hijos a ser forjadores de su propio destino, con igualdad y respeto, sin condicionamientos de género y hasta de colores. Mándame tus comentarios dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com.