Psicólogos de la Universidad de Chicago dicen que pensar en un idioma distinto al nativo reduce la estrés
Estos profesionales fueron más allá del tema pedagógico en cuanto a la gramática y fonética, que les da tanta lidia a algunos durante el colegio y la universidad. Ya no se trata de si inglés, francés, portugués o cualquier otro idioma.
Los psicólogos han llevado un problema al laboratorio que hasta ahora solo había sido a penas tocado por escritores bilingües, y es el enunciado de que “un idioma extranjero se siente menos emocional que la lengua materna”.
Por ejemplo, para muchos políglotas jurar en otro idioma no trae la misma descarga emocional que tendría si lo hicieran en el idioma propio. Al disminuir la sensación de emotividad la gama de sentimientos se expande y a la vez se vuelve menos potente, desde decir ‘te amo’ (que en el caso del español es una expresión bastante contundente y profunda, diferente del ‘I love you’ de los angloparlantes que pudiera significar te amo o te quiero, dependiendo del contexto), regañar a un niño, hasta percibir la publicidad en la TV.
Los investigadores están tratando de entender las implicaciones de los efectos emocionales del lenguaje. El estudio también indica que el poco manejo de otro idioma o haberlo aprendido tarde son factores cruciales. Lo mismo sucede si se crece en un ambiente bilingüe, en donde cualquier expresión emotiva tiene la misma significación emocional en ambos idiomas.
Según el estudio, un método para medir la respuesta cerebral de una persona al alternar entre un idioma y otro es examinando las áreas del cerebro que los neurocientíficos han identificado como las de pensamiento analítico y pensamiento emotivo.
El razonamiento instintivo está basado en establecer rápidamente si algo es bueno o malo, mientras que el raciocinio es un proceso deliberativo que envuelve análisis cuidadoso y lógico, parecido al que realizamos al escoger las palabras al hablar en otro idioma.
Dichos investigadores de la Universidad de Chicago tomaron personas bilingües y les plantearon situaciones hipotéticas en las que tenían que tomar una decisión, unos tomaron la prueba en su idioma nativo y otros en su segunda lengua. Además de Estados Unidos, versiones similares de este estudio se hicieron en Corea y Francia.
Se encontró que las personas que respondieron más racionalmente y atendieron menos a los aspectos emocionales de la situación fueron quienes utilizaron su segunda lengua, de modo distinto respondieron quienes usaron su idioma materno, que tuvieron más en cuenta dichos aspectos emotivos.
Dichos estudiosos han encontrado el hallazgo impresionante, ya que se podría haber supuesto que el esfuerzo de utilizar un lenguaje menos fluido que el propio pudiese disminuir los recursos cognitivos necesarios para el razonamiento profundo, por lo tanto empujando a la gente a dar respuestas más viscerales, instintivas o emocionales.