Increíble, pero cierto, no solo la dieta o el ejercicio intervienen en tu peso. Es momento de que empieces a considerar este factor
¿Acostumbras enojarte fácilmente? ¿La paciencia es una virtud de la que muy raramente puedes presumir? ¿Para ti es más fácil estar enojada que feliz? ¡Detente! Estás subiendo de peso y ni siquiera estás consciente de ello.
Seguro no lo sabías o, si lo habías escuchado por ahí, ni siquiera lo creías, pero es real: enojarte influye en tu aumento de peso. Pero, ¿cómo es esto posible? Aquí te lo explicamos.
Conforme lo dio a conocer la Organización Panamericana de la Salud, tras un estudio de más de una década, al enojarte liberas hormonas como el cortisol y la adrenalina. Siendo la primera de ellas la encargada de regular tus niveles de glucosa. Al molestarte estás mandan una señal a tu metabolismo que le hace creer que liberarás energía y, por lo tanto, requerirás más.
De modo tal que te provoca la sensación de hambre y te incita a comer más. Pero, al tratarse de una falsa interpretación de nuestro cuerpo, la energía no se desgasta y la glucosa se convierte en grasa.
Además, cabe señalar que esta hormona no solo la segregamos al enojarnos también cuando estamos tensos o estresados, así como temerosos, por lo que entre menos lo hagas, tu estado de ánimo será más agradable y tu peso será más estable.