No es nada nuevo el uso de la música para comunicarse con los bebés; se les canta para dormir, para acompañar sus juegos, para calmar el llanto. Por instinto, los padres han sabido que la música beneficia a los bebés.
La música ejerce efectos positivos durante el embarazo para la madre y el feto. Esta estimula el ritmo cardíaco del feto y provoca la secreción de endorfinas en la madre. Es usada como técnica de relajación y para ayudar al bebé a dormir. Esto implica que proporciona al bebé tranquilidad y lo induce al sueño.
Al llegar al mundo, el primer lenguaje que este comprende es la música. Es un vehículo de relación entre el bebé y el mundo que le rodea. Cuando se le permite al bebé escuchar música o se le canta, se estimulan sus deseos de expresarse y de comunicarse con los adultos.
La música estimula el desarrollo neurológico de los bebés, activando regiones cerebrales y formando nuevas conexiones neuronales para un correcto desarrollo cognitivo, psicomotor y del lenguaje. Estudios experimentales dicen que el método que utiliza el cerebro para que los niños aprendan a hablar se basa en un análisis estadístico del lenguaje y su ritmo. La comprensión de las palabras se produce por la repetitividad de los sonidos que escuchan y se basa en la frecuencia o características específicas y propias de la música.
La música es usada para tratar trastornos como dislexia o el autismo. Los bebés desarrollan vocalizaciones que imitan a los sonidos musicales y construyen el lenguaje mediante la repetición de un sonido durante mucho tiempo.
Las canciones infantiles contienen sílabas rimadas y repetitivas que permiten al bebé formar las bases del entendimiento y desarrollo del lenguaje. Así, facilita la comprensión y memorización posterior del significado de cada palabra.