Caldero Político
Si realmente queremos alcanzar los sueños no vale con cerrar los ojos y desearlos muy fuerte. Además de las ganas, es necesario desarrollar algunos comportamientos y sobre todo, ciertas actitudes. Disciplina, trabajo y dedicación con el rumbo firme hacia las metas.
Lo primero que debemos hacer es delimitar bien nuestro objetivo. Y por supuesto que sea lo más real posible. El tener las expectativas demasiado altas sólo puede generarnos frustración, aseguran los expertos.
Nos convocan los especialistas a que una vez tengamos claro el objetivo, es importante planificar la manera de llevarlo a cabo. Para esto, es fundamental ser honestos con nosotros mismos, ya que sólo se llevará a cabo aquello de lo que realmente estemos convencidos y tengamos capacidad para hacerlo.
Definir los retos de la forma más concreta y acotada posible e incluirlos en nuestra agenda es la clave. Parece sencillo y obvio, pero son muchos los propósitos que se quedan en objetivos generales, sin acotar, y estos objetivos están, de partida, condenados al fracaso.
Es importante tener en cuenta que pueden irse moldeando a lo largo de los meses, en base a nuestras otras obligaciones y/o necesidades. Por ello, es crucial tener la mente abierta y estar abiertos a cambiarlos.
Los propósitos más frecuentes año tras año, según los expertos, son ir al gimnasio para ‘bajar de peso’, mejorar la alimentación, viajar, estar más tiempo con los nuestros, hacer más caso a los hijos, dejar de fumar o aprender cosas nuevas como por ejemplo algún idioma.
En realidad, no se trata sólo de rellenar la agenda y de querer hacer cosas nuevas, sino simplemente de querer ser felices. Pero la felicidad es algo único y subjetivo para cada uno, y hay que tener claro que no es más feliz quien consigue alcanzar sus metas pues la felicidad se trata de una elección de actitud ante los acontecimientos que nos toca vivir y no una reacción ante los logros.
Algunas variables comunes a la felicidad son bienestar psicológico, la capacidad de sentir gratitud, la sensibilidad, el servicio a los que nos rodean y, por supuesto, la honestidad con uno mismo y con lo que nos toca vivir.
Una de las cosas que debemos aprender desde pequeños es a tolerar los fracasos. A aceptarlos como propios, como algo normal de la vida. Los expertos en la mente humana lo llaman: tolerancia a la frustración.
La tolerancia a la frustración es la capacidad que tenemos para responder con autodominio a la diferencia que existe entre la realidad y las expectativas que nos habíamos hecho.
Muchas personas tienen baja tolerancia a la frustración y no saben recomponerse al ver sus planes no cumplidos. Las personas a las que les ocurre esto no tienen capacidad para aceptar dificultades, contratiempos, molestias o retrasos en la satisfacción de los deseos, generándoles un gran sufrimiento con sentimientos de ansiedad, tristeza, agitación, resentimiento, humillación y enfado. Suelen además, victimizarse y culpar a agentes externos de lo que les pasa. Y de ahí pasan a la violencia.
Por el contrario, tener y saber tolerar la frustración es una gran cualidad que te permite afrontar la vida con otros ‘ojos’.
Por ello, superar y a aceptar los fracasos es algo crucial para el devenir de la vida, aunque siempre debemos pensar en los triunfos, en los éxitos, en los avances, en el progreso, en la transformación teniendo la voluntad de reinventarnos, de renovarnos y buscar siempre que las metas más altas se realicen.
Ojalá que el 2015 sea exitoso para todos ustedes. Un saludo fraternal.