La verdad… sea dicha
Cosas del ayer
Ahora que se avecina el mes de junio, tiempo en que llegarán las lluvias; justo cuando en la entidad todo se pone verde, y la tierra se humedece con un olor muy especial a hierva fresca con brisa de mar; cuando los nanchis y las guanábanas perfuman el ambiente; mucho recuerdo que fue en ese mes cuando hace años llegué por vez primera al paraíso llamado Nayarit. Entonces, apenas observé el amanecer de Tepic, y supe que jamás me volvería a ir de aquí. Era el Tepic de hace 40 años, el de las casas de adobe y los techos de teja, el de los caballos y carretas con leche bronca o cruda, el de las calles empedradas y angostas de la ciudad chiquita; una ciudad que ya tenía autos, televisión en blanco y negro, y teléfono en algunas casas de gente pudiente. Era la capital del estado que entonces no tenía grandes tiendas departamentales, ni hoteles de mucho lujo; la gente que deseaba gastar su dinero a placer regularmente hacía sus viajes a Guadalajara, paseo que le servía de distracción, pues en Tepic como no fuera el cine, o las vueltas a La Loma y La Alameda, no había otra cosa en que ocupara los fines de semana. Ciertamente en el terreno deportivo estaban los estadios de beisbol y fútbol a donde los parroquianos acudían para despejar la mente y echar fuera sus enojos y frustraciones, sobre todo en el estadio de fútbol, el Nicolás Álvarez Ortega, donde jugaba el equipo de casa, el Deportivo Tepic, que militaba en la segunda división de fútbol profesional, ¡Ah que tardes!, y luego que noches tan fabulosas pasamos con los partidos de los Coras, en verdad amábamos a aquel equipo. Era en el principio de los años 80s, cuando casi toda la gente asistía al mercado “grande” el que estaba a un costado de la Plaza Principal, “el Juan Escutia”, para comprar el jugo de naranja, los choco miles y prácticamente todo lo necesario para llevar a la cocina de la casa. La Plaza Principal, sobre todo los jueves y domingos, estaba abarrotada de nayaritas que llegaban de todo el estado para surtir sus mercancías principales, pero los hermanos indígenas Coras y Huicholes sobresalían entre la ciudadanía pues llegaban con sus vistosos atuendos de manta decorada con dibujos en colores brillantes y llamativos. Al transcurrir de los años, en cuanto a diversión, dos cosas marcaron el gusto de los tepiqueños, en la gente adulta la pasión por las telenovelas, y en los jóvenes la música disco que se puso de moda en algunos antros de la ciudad. Ya le seguiré contando amigo lector, de esos años mozos y de cómo nuestro querido Tepic se transformó en lo que es hoy. Una metamorfosis que por unos años fue increíble, pero de esto comentaremos muy pronto.
De la farándula
Hace años cuando iniciaba mi carrera de compositor, un amigo mío que trabajaba en el rancho del afamado cantante de boleros Víctor Yturbe “El Pirulí”alguna vez escuchó mis canciones que le parecieron buenas para que las interpretara el bolerista de México; en aquel entonces me propuso invitarme a la casa del cantante, que era buen amigo suyo, para que escuchara mis temas. Justo por esos días yo debía salir a un concurso nacional de compositores de provincia que se celebraría en Tijuana Baja California, así que le pedí de favor esperara a mi regreso para poder acompañarlo al rancho. Todo el camino rumbo a Tijuana pensé en la gran posibilidad de que a don Víctor Yturbe le agradaran mis canciones, ni siquiera el tercero y cuarto lugar nacional que le traje a Nayarit me hicieron olvidar el asunto. Ya de regreso, en el tren, porque en ese tiempo aquí a Tepic llegaba el tren de pasajeros que venía del norte, escuché la conversación de unas personas que algo acongojadas comentaban que al querido cantante Víctor Yturbe “El Pirulí”, le habían acribillado en la puerta de su casa, justo el día en que nosotros estábamos participando en el evento nacional. Desde luego que una gran tristeza invadió mi corazón; la muerte del cantante a quien como todo el mundo conocí por sus famosas canciones y sus presentaciones en televisión, me hicieron reflexionar en que nadie tenemos la vida comprada, y de una forma u otra nos podemos ir de este mundo cuando menos lo esperamos. Por otro lado, es claro que cuando algo no te toca, simple y sencillamente no te toca. Me quedé con el sueño de escuchar mis canciones en la voz del mejor cantante de boleros que ha dado México. Hubiera sido fantástico, en el supuesto caso de que don Víctor hubiera aceptado ser mi intérprete.
Cafeteando la noticia
En la UAN son 8 los candidatos que aspiran llegar para dirigir en la Rectoría; Jorge Ignacio Peña González, Humberto Lomelí Payán, Carlos Rafael Rea Rodríguez, Héctor Manuel Betancourt Genovez, Armando Briseño López, Santiago Hernández Yera, José Octavio Camelo Avedoy, y Abel Gómez Gutiérrez. Por cierto, el más fuerte aspirante para ocupar el cargo de Rector, Jorge Ignacio Peña, ha señalado que de llegar al puesto acabará con la corrupción que se da en la Universidad Autónoma de Nayarit, empezando por no solapar más a los maestros aviadores, ni admitir las nóminas secretas que tanto daño le hacen a las arcas universitarias. Para comentarios robleslaopinion@hotmail.com