«No hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores», escribió el papa en la carta que dedicó a los obispos y responsables religiosos católicos en todo el mundo.
El papa Francisco exigió en una carta solemne a los obispos y responsables religiosos católicos en todo el mundo que no encubran por ningún motivo casos de pederastia, un fenómeno que afecta en manera diferente a la Iglesia de todos los continentes.
«No hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores», escribió el papa en la carta, divulgada este jueves, víspera de la primera reunión en el Vaticano de una comisión de expertos de todo el mundo para la protección de los menores.
«Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo», advierte el papa argentino.
Francisco se comprometió desde su llegada al trono de Pedro a luchar contra la pederastia y puso en marcha una comisión para la protección de la infancia de la que forman parte dos víctimas, la irlandesa Mary Collins y el británico Peter Sanders.
La comisión, presidida por el cardenal Sean O’Mally, tiene 16 miembros (nueve hombres y siete mujeres) e incluye tanto a religiosos como a laicos.
Francisco intercedió personalmente el mes pasado en el caso de diez curas acusados de pederastia en España tras haber sido alertado a través de una carta enviada directamente al pontífice, quien suele leer y responder personalmente su correspondencia.
Se trata del mayor escándalo conocido de este tipo dentro de la Iglesia española. La víctima, un joven de 25 años, aseguró haber sido violada y forzada a participar en actos sexuales en la ciudad andaluza de Granada cuando era niño.
El tema de los abusos sexuales a menores cometidos por décadas por curas es el más delicado y complejo para la jerarquía de la Iglesia católica, acusada de haber encubierto a curas pedófilos.
En los últimos 20 años han sido denunciados miles de casos de abusos sexuales a niños y adolescentes por parte de curas, en particular en Irlanda y Estados Unidos, en general cometidos entre los años 1960 y los años 1990.
A pesar de las nuevas directivas del Vaticano, las asociaciones de víctimas, como la estadounidense SNAP, siguen criticando al Vaticano y piden en particular que se hagan públicas las investigaciones internas de la Iglesia sobre algunos curas.
Respetando la línea de su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI, Francisco ratificó la orden de «tolerancia cero» de cara al fenómeno e invitó a fijar criterios.
– Una ‘casa segura’ -En la carta, el papa recuerda que «es importante que las Conferencias Episcopales adopten un instrumento para revisar periódicamente las normas y comprobar su cumplimiento», escribió.
«Corresponde al obispo diocesano y a los Superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables», recalcó.
El pontífice argentino llama a las diócesis a establecer «programas de atención pastoral» para las víctimas de abusos sexuales, «que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales».
Francisco pide en su misiva también que se impulse la reconciliación y la curación, se reconozcan los errores del pasado y se garantice la justicia.
«Que María Santísima, Madre de la ternura, nos ayude a cumplir, con generosidad y rigor, nuestro deber de reconocer humildemente y reparar las injusticias del pasado, y a ser siempre fieles a la tarea de proteger a quienes son los predilectos de Jesús», concluyó.
Las autoridades del Vaticano informaron a inicios del 2014 a la ONU que los fiscales de la Santa Sede han examinado 3.420 casos de abusos sexuales a menores cometidos en la última década.
Por esos casos, 848 curas fueron obligados a colgar los hábitos y a los 2.572 restantes se les obligó a «vivir una vida de rezo y penitencia» en un monasterio, un castigo que para las asociaciones de víctimas resulta insuficiente.
Se trata de las únicas cifras oficiales que el Vaticano ha divulgado hasta ahora.
Con información de Excelsior