La decisión fue tomada luego de las manifestaciones protagonizadas por los autodenominados anarquistas, iniciadas a raíz de que Enrique Peña Nieto rindió protesta como presidente
Al PRI le costó millón y medio de pesos convertir su sede en un búnker, al que sólo se accede mediante un código de barras y después de registrar datos personales —con foto incluida— en la entrada. El sistema contratado incluye hasta botón de pánico, según la respuesta a una solicitud de información realizada por una agencia de información.
La decisión de reforzar la seguridad en el sitio fue tomada luego de las manifestaciones protagonizadas por los autodenominados anarquistas, iniciadas a raíz de que Enrique Peña Nieto rindió protesta como presidente.
“Un partido de puertas y ventanas abiertas”, ése era el lema que acuñaron Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo cuando se convirtieron en presidente y secretaria general, respectivamente.
Sin embargo, en 2013, el partido suscribió dos contratos para que instalara una caseta de vigilancia en el acceso principal de su sede, así como lectores de códigos de barras. Es decir, cerró sus puertas y ventanas.
En ninguno de los casos fijó precio específico por los trabajos. Según los documentos en poder de este diario, mensualmente se realizaría la contabilización de los servicios y se pagaría en consecuencia.
Sin embargo, el PRI precisó el costo de los cambios en su sede, a través de un oficio que hizo llegar al área de transparencia del Instituto Nacional Electoral.