Véritas Liberabit Vos
Me remitiré en este espacio a recordar como el General Porfirio Díaz, gran combatiente al lado de los liberales en la Guerra de los Tres Años, su indudable y heroica participación contra las tropas invasoras francesas destacando la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 y posteriores participaciones en 1863 y la recuperación de la Ciudad de México en 1867 que consolidaron el gobierno juarista y le dieron sustento al mismo, redundando en el reconocimiento a la persona de este general que en 1868 se separa de la vida militar y se va a su añorada Oaxaca a dedicarse a la agricultura en su Hacienda de la Noria donde vivió alejado un poco de la actividad del país, hasta que en 1871 alentado por la población que lo consideraba un héroe nacional, se lanza como candidato en pos de la Presidencia de la República la cual era disputada por Benito Juárez (actual Presidente) y Sebastián Lerdo de Tejada, al ver que la decisión final se inclinó a favor del Presidente actual reeligiéndolo, Porfirio Díaz se levanta en armas un 8 de noviembre de 1871 encabezando el llamado Plan de La Noria fundamentado en lo establecido en la Constitución vigente de 1857 sustentando el principio de la “No reelección”, este movimiento continuó hasta el año de 1872 cuando sobreviene la muerte de Benito Juárez acabándose así la razón de ser y esencia fundamental de este Plan.
Volvemos al inicio de nuestra reflexión, para Porfirio Díaz en ese noviembre de 1871 la reelección de Juárez que había retomado el gobierno anteriormente sustentado por la Segunda Monarquía de los Habsburgo y de la cual mucho se le debía a la combatividad y lealtad del General Díaz, ahora se convertía en motivo básico de un descontento y generación de un conflicto bélico y desgastante para un México que durante el siglo XIX padeció de la inestabilidad de luchas fratricidas e invasiones extranjeras que debilitaron y desviaron el camino que como Nación independiente y vigorosa se auguraba. Y lo que son las cosas y los cambios que da el destino, justamente con esa misma premisa “Sufragio efectivo, no reelección” enarbolado en el Plan de San Luis casi cuarenta años después, Francisco I. Madero incita a la población a levantarse en armas contra la situación imperante del porfiriato.
No podemos negar que la llegada al poder del General Díaz en 1876 (el cual llegó con otro Plan conocido como Plan de Tuxtepec contra del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada) trajo al país un período muy favorable de estabilidad y desarrollo, su máxima de “Poca política y mucha administración” llevaron al país hacia derroteros importantes de modernización y despegue como nación en los albores del Siglo XX.
Pero los paradigmas cambian, la situación que imperaba ya en nuestro país durante los primeros años del siglo pasado, demostraban la presencia de un régimen porfirista que después de más de treinta años de gobierno, se encontraba anquilosado en sus principales estructuras, la avanzada edad del general que se combinaba con la enorme influencia en el grupo que lo rodeaba, no le permitía darse cabal cuenta de las necesidades de la sociedad, una sociedad que era ya muy distinta de aquella de 1876 que recibió Díaz en su primer período como Presidente, donde su problemática social y económica era de una complejidad distinta, donde se buscaban espacios de participación política con una visión de mayor desarrollo.
A este punto se añaden factores como el rumbo negativo que había tomado la actividad de los “científicos” camarilla en el poder que se repartía prebendas y ostentaban privilegios, para un grupo reducido de mexicanos, principalmente las clases altas y afrancesadas, la devaluación de la plata, la recesión internacional de 1907 y 1908, las críticas mordaces lanzadas por publicaciones como “Regeneración” y “El Hijo del Ahuizote” promovidas por los Hermanos Flores Magón, así como la mezcla de grupos socialistas, anarquistas y liberales que generaron un caldo de cultivo propicio para el movimiento encabezado por Francisco I. Madero a la cabeza del Plan de San Luis y de su libro “La Sucesión Presidencial” donde se daba a ver un movimiento más bien político que social, el cual lograría la renuncia del general Díaz en mayo de 1911 y su exilio voluntario a la ciudad de París.
Este es el noviembre de los cambios de paradigmas, un noviembre que hace ocho años vio llegar al primer presidente de color a los Estados Unidos y que tal vez hoy pueda ser testigo de otro cambio más al darle a una mujer las riendas del gobierno de la nación más poderosa del mundo, veremos el desenlace.