Continúa investigación por fosas clandestinas en Puerto Vallarta

El olor a carne putrefacta emerge de las fosas clandestinas que fueron localizadas por las autoridades en las faldas del cerro El Pirulí, en Puerto Vallarta.

El predio donde fueron inhumados los cadáveres se ubica a unos 15 kilómetros del centro del puerto turístico, entre el basurero municipal de la colonia El Magisterio y un campo de golf.

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Para llegar al panteón clandestino es necesario recorrer un camino de terracería, atravesar dos arroyos y caminar por una brecha cerca de 300 metros, para en medio de la nada encontrar los primeros rastros de las fosas.

Montones de tierra removida, las marcas de los neumáticos de la retroexcavadora que abrió las zanjas en donde fueron localizados los cuerpos, latas de refresco y bolsas negras con basura en su interior persisten en el lugar.

Un campesino, cuya identidad será protegida por cuestiones de seguridad narró que desde la semana pasada observó “gente del gobierno” (elementos de la Fiscalía General, de la Fuerza Única y militares) que entraban y salían en camionetas y camiones del cerro El Pirulí.

Fuentes de la Fiscalía General del Estado informaron que los dos cuerpos del sexo masculino, tendrían aproximadamente tres meses de evolución cadavérica, lo que podría mantener la esperanza de que el regidor Humberto Gómez Arévalo, sigue con vida, ya que su desaparición ocurrió el pasado 15 de enero.

Hoy se sabe que las autoridades lograron dar con los cuerpos gracias a la detención de un sujeto, que trascendió se llama Arturo, quien condujo a los agentes investigadores hasta el terreno ubicado en el cerro El Pirulí.

Su aprehensión es consecuencia de las indagatorias por la desaparición del regidor independiente Humberto Gómez Arévalo, y la bailarina Érica Cueto.

Por otro lado, afuera del departamento 402, ubicado en el edificio 6-C, del fraccionamiento Villas del Río, donde el pasado miércoles ocurrió el enfrentamiento a balazos que duro casi once horas, fue formada una cruz con veladoras en recuerdo del delincuente que perdió la vida.

El sicario fue identificado por las autoridades como Raymundo Palma Bedoya, apodado “El Chispa”, “El Comander” o “El Comandante”, líder de una célula criminal al mando del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Los vecinos aseguran que la pareja sentimental de Palma Bedoya, fue quien dejó las veladoras un día después del incidente.

Una cruz de fierro pintada de blanco con el nombre escrito del militar que murió en el tiroteo, fue colocada en el parque que está justo frente al ingreso al fraccionamiento.

La fachada del edificio 6-C no presenta impactos de proyectil de arma de fuego, porque horas después de la balacera los inquilinos se cooperaron con 50 pesos por familia, para comprar cemento y resanar los hoyos.

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