Cuando nuestro territorio se incrementó

Véritas Liberabit Vos

En días pasados hablábamos de la lamentable pérdida que tuvo nuestro país de casi más de la mitad de su territorio como resultado de la guerra con los Estados Unidos de Norteamérica  que culminó en 1848 con los acuerdos de paz que se firmaron en el Tratado de Guadalupe – Hidalgo y que entre otras cosas marcaban que la frontera norte de nuestro país colindante con los Estados Unidos sería el Río Bravo amén de un pago de quince millones de dólares por parte del vecino del norte para resarcir los daños causados al territorio nacional.

Publicidad

Pues bien, no habían pasado más de veinte años cuando unas atípicas lluvias torrenciales se dejaron sentir en la frontera específicamente en Ciudad Juárez Chihuahua lo que provocó que en 1864 el río en cuestión se desplazara lenta y gradualmente hacia el sur consumiendo así aproximadamente unas 243 hectáreas de territorio mexicano conocidas como el Chamizal y que fortuita y circunstancialmente quedaron así del lado norteamericano, y claro en esta ocasión sin un solo disparo.

El destino le había jugado una mala pasada a nuestro ya de por si alicaído espíritu nacionalista que no se lograba reponer de esta dolorosa pérdida, posterior a ella la intervención francesa y que viviendo en el tiempo del segundo Imperio encabezado por Maximiliano de Habsburgo lo menos que podía tener era una jugada geográfica como la ocurrida con el cauce del río mermando así una porción más de nuestro suelo.

Posterior al derrocamiento de Maximiliano  en junio de 1867 fue el Presidente Benito Juárez quién inició los trabajos diplomáticos para intentar gestionar su devolución, destacando los trabajos de su Secretario de Relaciones Exteriores Sebastián Lerdo de Tejada quién también ya como Presidente de México a la muerte de Juárez continuó con los intentos requeridos para buscar los argumentos de un acuerdo de devolución, las cosas no eran sencillas se enfrentaba nuestro país en la mesa de discusión con el país que buscaba dentro de su Destino Manifiesto ser el más poderoso del orbe y el camino no era fácil, los argumentos limítrofes de si los Tratados de Guadalupe  Hidalgo señalaban la frontera por medio del río de una manera de arcifinio ( que corresponde a lo demarcado por los límites naturales del cauce) o consideraba lo conocido por el término de avulsión ( que ocurre cuando la frontera se delimita por abandono del lecho natural).

Este fue el principio de toda una odisea diplomática que llevó el caso a varias Cortes internacionales que marcan varios volúmenes interesantes de trabajo continuo y decidido tal como menciona Antonio Gómez Robledo quién señala en su libro “México y el arbitraje Internacional” que el caso del Chamizal es seguramente el caso más apasionante de la diplomacia de México y posiblemente de la historia de la nación en general.

Los años pasaron y no fue sino hasta el año de 1964 con nuestro vecino del Norte en el marco de la Guerra Fría y del conflicto de los Estados unidos con el caso Cuba,  y nuestro país bajo la presidencia de Adolfo López Mateos y las características de su gestión,  cuando el Secretario de Relaciones exteriores Manuel Tello firma con su homólogo estadounidense Thomas Mann el Tratado del Chamizal un 29 de agosto de 1963, pasando a ser así el Presidente López Mateos el único mandatario que ha logrado aumentar nuestro territorio nacional y aparte a costillas del poderoso gigante norteamericano.

Sin embargo no fue sino hasta el 28 de octubre de 1967 más de cien años después cuando los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Lyndon B. Johnson se reunieron sobre la nueva línea divisoria para efectuar la ceremonia de transferencia de dominio y devolver a México algo que nos pertenecía.

Cuenta la historia que el día de la devolución justo a la línea divisoria llegó puntual el presidente de México junto con su comitiva colocándose del lado mexicano, pero del otro lado no se veía ningún movimiento, el nerviosismo y la incredulidad embargaron a los acompañantes del Presidente, quienes temerosos de que no se cumpliera el acuerdo empezaron a impacientarse , lo que el Presidente Díaz Ordaz con su estoicismo característico un tanto en broma un tanto en serio les espetó: “Si ya esperamos más de cien años para esto, ¿que no podemos esperar unos cuantos minutos más? “

Hoy el Chamizal es uno de los parques más grandes y bellos del país.

Publicidad