La verdad… sea dicha
LA NOTA SIGUE VIGENTE
Con el Jesús en la boca. Muy temprano se levantaba mi abuela, poco antes de las cinco de la mañana para barrer su banqueta, lo mismo hacían muchas mujeres de su cuadra; era una costumbre pueblerina en el apacible Tepic de los años setentas. Aunque la mañana aún estuviera oscura no había miedo ni preocupación de nada. En el ambiente fresco y enigmático de la pequeña capital sólo se escuchaban los pasos de las alegres señoras, y el ladrido de los perros cuando se acercaban los caballos y las carretas que traían los señores que vendían la leche bronca, siempre haciendo un ruido muy singular a su paso por las calles empedradas. A veces curiosamente aparecía de algún lado un vecino trasnochado que se había amanecido en la parranda, quien pasaba muy saludador rumbo a su casa, seguramente con la preocupación del regaño de la madre o de la esposa acongojada; aunque ciertamente, más allá de alguna aventurilla romántica o la velada exagerada con los amigos, en la familia no había otra preocupación por la tardanza del muchacho, pues en aquel Tepic de antaño, fuera la hora que fuera, la seguridad estaba garantizada; entonces no había asaltantes, ni secuestradores, ni maleantes, ni violadores, no se veían matazones ni nada de lo que ahora lamentablemente nos enteramos todos los días. Era raro escuchar de algún asesinato, algo que se daba pero muy esporádicamente, vivíamos en una ciudad limpia y bella, creciente y afable. Qué tiempos; hoy Tepic se ha convertido en una ciudad de pesadilla donde la inseguridad tiene a la gente con el Jesús en la boca, y la lejana esperanza de que los actos delictivos pronto terminen.
DE CHARLATANES Y HECHICEROS
Desde tiempos inmemoriales, los brujos, adivinos, curanderos, hechiceros y charlatanes han estado presentes en los pueblos de todo el mundo; significando una opción distinta en la atención a los problemas y las necesidades espirituales o mundanas que la gente suele tener; desde el trato con el plebeyo más pueblerino, hasta con el mismísimo universo de los reyes y gente de inmenso poder, los llamados brujos o curanderos alguna vez han representado la esperanza de progreso, poder, dinero y salud para todos ellos. No es novedad, por ejemplo, que todavía en las costumbres de nuestra gente indígena la práctica de la brujería esté muy presente, ni lo es tampoco, que durante muchos años, políticos y funcionarios de primer nivel hayan acudido con algún hechicero para afianzar sus candidaturas electorales, o mínimo intentar asegurar su permanencia en el poder.
Prueba de todo ello es el famosísimo Catemaco Veracruz, lugar de hechiceros hasta donde han desfilado sin pudor los más importantes personajes de la política y la farándula mexicana, quienes han buscado conseguir favores de éxito y bienestar de toda índole. Sin duda alguna, las creencias de unos y otros, han abonado para que de manera indiscriminada hoy en día, la proliferación de charlatanes que se dicen adivinadores y curanderos, no sea otra cosa que el negocio ilícito de rateros y vividores que lucran con la ignorancia y la necesidad de las personas. En esa idea, hace algunos años, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, encontró elementos para sancionar penalmente por el delito de fraude a los hechiceros, brujos o yerberos que obtuvieran un lucro indebido aprovechándose de la ignorancia, preocupación o superstición de la población.
En la figura legal, desde luego que el fraude y la charlatanería abarca a un buen número de estafadores conocidos y desconocidos, quienes con sus productos han estado contaminando el ambiente del comercio, tal como sucede con los llamados grupos de sanación televisiva; los muchos programas donde se ofrece medicina “alterna” para controlar el sobrepeso, la diabetes, el cáncer y la desaparición de várices; o los supuestos astrólogos o videntes que telefónicamente hacen el negocio de su vida; gente como Walter Mercado y Compañía que han hecho una inmensa fortuna al engañar sin piedad a la gente. Y los hay de todo tipo, porque hasta con los muertos se lucra; ahí tiene usted a Carlos Trejo, con su libro “Cañitas” y su ardid televisivo de los “Casa fantasmas”, o el caso del famoso Jaime Maussan, quien de los temas extraterrestres pasó a promocionar productos medicinales que según él “son una maravilla que cura de verdad”. Y así nos podemos pasar las horas en este discutible tema. Porque, mire usted, amable lector; sin ser irrespetuosos con las cosas del catolicismo; apoco a usted no le ha tocado ir a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México donde prácticamente a fuerza le venden las estampitas de la Virgen; no dudo de los milagros, pero sí me parece un abuso que los vendedores de la imagen sagrada le saquen “un ojo de la cara” a los pobres peregrinos. Hasta pronto. Para comentarios mi correo robleslaopinion@hotmail.com