Divorcios, el pan nuestro de cada día

Simples Deducciones/Juan Chávez

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La ilusión del matrimonio es para muchas personas uno de los grandes sueños que se enfocan en alcanzar desde la niñez o adolescencia, la mujer generalmente es criada con una visión de vestido blanco, ingresando a la iglesia y siendo el centro de atención de familiares y amigos, una gran fiesta que valide ante la sociedad la feliz unión que pretende terminar en el ya clásico conocido “y fueron felices para siempre”, sin embargo en los últimos años las estadísticas desmienten la versión del matrimonio feliz y comienza a fijarse la fragilidad de esa unión ante un divorcio que crece rápidamente.

La tasa nacional de divorcios pasó de 7.4 casos por cada 10 mil habitantes en el año 2008 a 12.5 en el 2018, cuando 156 mil 283 matrimonios decidieron divorciarse, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

A nivel local en Nayarit en el año 2018 se unieron 5 mil 465 parejas y hubo mil 631 divorcios registrados con ello queda registrado que varios de ellos no alcanzaron ni un año de convivir como una unión consolidada.

Sin embargo, la estadística del INEGI no puede registrar a aquellos que se casaron pero ya no viven juntos y simplemente aplicaron el conocido dicho de “aquí se rompió una taza y cada quien para su casa” y volvieron a casa de sus papás pero aún no tramitan el divorcio pero tampoco quieren volver a vivir juntos.

Un ejemplo de esto es el caso de Roberta, se casó el 17 de diciembre del año pasado, los papás de ambos pagaron prácticamente todo. Roberta siempre quiso un vestido de cola larga, niñas aventando pétalos de rosas blancas por donde ella y Andrés pasarían, una fiesta con al menos 150 invitados, banda y un grupo versátil, todo se le cumplió.

Pero a los dos meses de vivir juntos Andrés le reclamó que ella ni siquiera hubiera abierto la tapa de la lavadora, o usara la licuadora, menos la estufa ya que Roberta mandaba lavar y compraba la comida en donde se pudiera o prefería que él la invitara a comer casi todos los días.

Por su parte, Andrés dice que ella es una floja, porque aunque trabaja medio día y habían hecho el acuerdo de ayudarse mutuamente en el hogar, ella le dijo que no tenía ganas de arruinarse las uñas recién puestas y que eso de cocinar no era lo de ella. “Tampoco quiso aportar de su salario para la casa, claramente me dijo que esa es una responsabilidad sólo mía y su dinero estaba destinado a ropa, uñas, pestañas y salidas con sus amigas, intenté razonar con ella pero hace como dos meses regresé a la casa y ya no estaba. Me mandó un mensaje donde me dijo que no podía soportar la vida que yo le quería dar y que mejor regresaba con sus papás donde sí la sabían tratar y querer”.

Ella le ha exigido el divorcio y Andrés no se lo niega sólo le pidió que el gasto sea compartido y ella le dijo que no, que él tiene que pagar porque el beneficio será más para él que para ella porque hasta hoy no le ha reclamado la propiedad de la casa, “en el noviazgo de 2 años fue una mujer distinta, dijo que sí a compartir los problemas entre ambos y ser iguales en el trabajo de hogar, pero ya una vez casados no quiso hacerlo, la verdad es que el gasto que ella quería que se hiciera diario supera mi salario y así es imposible”.

Versiones como las de Roberta y Andrés no son únicas, muchos de los argumentos para separarse son cuestiones económicas y de libertad, ya que, aunque sea difícil de creer, la presión de las familias para que se tengan hijos cuando hoy muchas mujeres no buscan una maternidad inmediata sino un disfrute de vida es algo que también afecta mucho en la dinámica del matrimonio y en su ruptura. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo electrónico juanfechavez@gmail.com

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