La causa de la última crítica a la pareja real ha sido utilizar un avión privado hasta cuatro veces en dos semanas para sus vacaciones,
Desde su boda en mayo de 2018, el matrimonio de los duques de Sussex ha estado marcado por la polémica y las críticas de la prensa británica que ha sometido a escrupuloso escrutinio todos los pasos de Meghan Markle, la esposa del príncipe Enrique y nuevo miembro de la familia real.
La causa de la última crítica a la pareja real ha sido utilizar un avión privado hasta cuatro veces en dos semanas para sus vacaciones, un gesto que ha sido considerado por algunos medios como “hipócrita” porque la alta contaminación y el elevado costo de los vuelos contradice su compromiso contra la pobreza y el cambio climático.
Debido a los reproches de la prensa, el cantante Elthon John, amigo íntimo de la princesa Diana, salió en defensa de los duques asegurando que fue él quien había proporcionado el jet privado y negó que la pareja lo hubiera alquilado.
Recientemente, el nieto de la reina Isabel II también generó opiniones negativas por asegurar, en una entrevista para la edición británica de Vogue con la primatóloga Jane Goodall, que solo tendría “dos hijos como máximo” con Meghan como parte de su compromiso para salvar el planeta.
Algunos medios británicos como The Sun o The Guardian consideraron que hay otras formas más útiles para luchar contra el cambio climático como cambiar el estilo de vida lujoso de la Casa Real británica.
Asimismo, los duques habrían contratado recientemente a una nueva niñera, la tercera desde el nacimiento en mayo de su hijo, Archie, que según la prensa ha encajado muy bien con la pareja y los acompañará en su viaje a África en otoño.
De acuerdo con los medios, Meghan es una “madre controladora” y su “fuerte” carácter habría provocado encontronazos con sus asistentes llegando dos de estas, Melissa Toubat y Samantha Cohen, a dejar sus puestos a finales del año pasado.
No obstante, los duques de Sussex son una pareja que genera alabanzas y reprobación a partes casi iguales, según una encuesta publicada recientemente por el diario The Sun y realizada por YouGov.
El príncipe Enrique sería el segundo miembro más popular de la familia real británica con un 71% de opiniones positivas solo por detrás de la reina Isabel II y por delante de su hermano Guillermo, de acuerdo con el sondeo.
Por su parte, la duquesa de Sussex se coloca en la sexta posición con un 49% de aprobación de la sociedad británica.
La exactriz estadounidense fue vista al principio de su idilio con el príncipe Enrique como un soplo de aire fresco en la Casa Real británica, sin embargo, el estilo de vida de los duques y la ruptura de ciertas tradiciones los han situado en el punto de mira.
Otro de los últimos gestos censurados a la pareja fue negarse a revelar el nombre de los padrinos de Archie, que fue bautizado el pasado 6 de julio en la capilla privada del castillo de Windsor.
Al contrario de lo que hicieron los duques de Cambridge con sus tres hijos, la ceremonia no se llevó a cabo en la capilla de San Jorge y, además, los duques vetaron la entrada a los medios de comunicación para tener un bautizo íntimo.
Los tabloides y también la biógrafa real, Penny Juror, consideraron un “error” la decisión de la pareja de mantener la ceremonia y el bautizo en privado tras haber gastado 2.4 millones de libras (2.6 millones de euros) de dinero público en la restauración de su nuevo hogar de Frogmore Cottage en Windsor.
Desde su llegada a la familia real han sido constantes los rumores sobre la supuesta mala relación con Catalina, cónyuge del príncipe Guillermo, con la que las comparaciones en los tabloides son casi diarias debido a sus distintas personalidades.
Como consecuencia de este conflicto, se ha especulado sobre un posible distanciamiento entre los nietos de la reina Isabel, aunque supuestamente al príncipe Guillermo no le gustó nunca lo rápida que iba la relación entre Enrique y Meghan.
Estos rumores se acrecentaron después de que los duques de Sussex anunciaran que dejarían de participar en la fundación real creada por el príncipe Guillermo y decidieran irse de Londres para instalarse en la residencia de Windsor que la reina les regaló tras el enlace.
Sea una imagen creada por los medios de comunicación o no, lo cierto es que Enrique y Meghan han despertado en la sociedad británica sensaciones muy distintas a los duques de Cambridge y se han mostrado decididos a hacer las cosas a su manera.