El adiós de un presidente

Véritas Liberabit Vos

El pasado 30 de noviembre dejo de existir quién fuera el primer Presidente de los Estados Unidos dentro del concepto del Nuevo Orden Mundial; me refiero a George Herbert Walker Bush  al cual le correspondió ser el Presidente número 41 de la Unión Americana en un contexto muy diferente en el panorama mundial del que hoy podría encontrarse; representó la transición de una Guerra Fría que venía desarrollándose desde la postguerra mundial con una bipolarización del poder en el mundo hasta la caída del bloque soviético donde Bush fue un personaje por demás importante junto a su antecesor Ronald Reagan y de ahí partir a una hegemonía unilateral que desencadenó un proceso de globalización y cambio en la geopolítica mundial.

Publicidad

Podemos así decir que George W. Bush fue el último Presidente de los Estados Unidos formado al fragor de los enfrentamientos bélicos y con una nutrida historia en diferentes organismos y puestos claves que fuero conformando su personalidad y el temple del Presidente que el país de las barras y las estrellas requería para esos momentos decisivos en el tablero del ajedrez político.

George Bush se inició en el ambiente bélico desde muy chico, a los 18 años se había enlistado en las filas del ejército participando como aviador naval en la Segunda Guerra Mundial donde las crónicas marcan una decidida actitud que le valió reconocimientos por su participación dentro del bando aliado y la lucha en el Pacífico; posterior al fin de la contienda, Bush terminó sus estudios y se dedico a negocios dentro del ramo petrolero, actividad que le redituó ingentes ganancias con las que no solo aseguró su futuro, sino que su posición dentro del ramo energético lo impulsó a incursionar dentro de las lides políticas, así en 1964 inició su carrera en ese ámbito como Congresista siempre del lado del Partido Republicano caracterizado por sus conceptos más conservadores y de derecha, en plena efervescencia de la Guerra de Viet Nam y con estrecha relación a Richard Nixon.

Sus buenas cartas de referencia por su trabajo político le ganaron la opción de ser nombrado en 1971 Embajador de los Estados Unidos ante la ONU referencia principal que detento todo un cúmulo de relaciones diplomáticas y otras rayando en la catarsis con el bando de la Cortina de Hierro en aquellos períodos de mayor tensión entre los dos polos que dominaban o luchaban por el control global, en este cargo duró dos años importantes hasta que en 1973 fue nombrado por su Partido el Republicano para encabezar la Presidencia del Comité Nacional de 1973 a 1974 justamente el período donde arreciaba la polémica por el caso Water Gate, némesis de la Presidencia de Richard Nixon, al cual se dice el propio Bush en su calidad de Presidente del Partido le sugirió la renuncia junto a su Vicepresidente Spiro Agnew.

Si ya su experiencia como combatiente militar, su paso por el Congreso, la Diplomacia y la estructura del Partido le habían brindado un cúmulo importante de bagaje no solo político sino de visión global, en 1976 fue nombrado Director de la CIA, un cargo por demás estratégico y más si nos referimos a esa época turbulenta especialmente del desarrollo de los grupos de izquierda en centro y sud América, las guerrillas, la Guerra sucia y los estertores de Viet Nam y los rescoldos del verano de Francia y del 68 en México, así como el ferviente crecimiento del narcotráfico con soterrados intereses de cabezas políticas integradas ya en un tinglado por demás comprometido con causas bélicas; hizo conformar una personalidad por demás fuerte y respetable en el caudal de información que sobre contraespionaje y movimientos estratégicos Bush podía detentar.

Su posición dentro del Partido es fuerte y decisiva, pero deja el paso a una personalidad que en ese momento era de un mayor peso específico, me refiero a Ronald Reagan quien es electo Presidente en dos ocasiones seguidas cubriendo la ruta de (1981 a 1989) y teniendo como Vicepresidente a George W. Bush quien supo manejar con bajo perfil su importante nombramiento donde fuera de los escaparates y las luminarias fue baluarte sólido en la Presidencia del otrora actor de Hollywood.

Desde sortear un atentado al Presidente en plena vía pública a escasos meses de su llegada, la intervención en Panamá contra el Presidente Noriega, la toma de Grenada, el inicio de lucha contra las drogas y los principales capos, las luchas del Golfo Pérsico, el caso Irán Contras, los sandinistas, Sendero Luminoso, la guerrilla salvadoreña, los arrebatos de Fidel Castro, pero sobre todo lo que se conoció como el Síndrome de Moscú y la llegada al poder de Mijail Gorbachov a la Unión Soviética con las posturas de Perestroika y Glasnot dieron a los Estados Unidos junto con el proyecto de defensa conocido como “Guerra de las Galaxias” una envidiable posición de adelanto ante la contraparte socialista.

En las elecciones de 1988 la figura de Bush estaba más que fortalecida, así que la victoria del candidato Republicano ante un demócrata Michael Dukakis no se hizo esperar, el 20 de enero de 1989 tomará protesta como el Presidente 41 de la Unión Americana teniendo a Dan Quayle como su Vicepresidente; y llevando a término en noviembre de ese año el ser testigo de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética; paso fundamental para consolidar el poderío de los Estados Unidos que se dio a notar al poco tiempo con la llamada Tormenta del Desierto o Guerra del Golfo donde se atacó el poderío de Sadam Husein en una lucha ya mas geopolítica que ideológica dando paso a ese Nuevo Orden Mundial.

Su intenso período de Presidente envuelto en la vorágine de esta nueva perspectiva tuvo su fin al entregar en 1993 la presidencia al bando Demócrata en la figura de un Bill Clinton que auguraba para el país otra era fundamentada más en la economía y en la aldea global.

Este 30 de noviembre muere George Bush el último Presidente de los Estados Unidos formado al calor de las batallas y de la ya histórica Guerra Fría.

Publicidad