El brote de sarampión con origen en el parque de atracciones Disneyland de Anaheim es la preocupación por lo que se están tomando medidas para evitar el propago de dicha enfermedad.
El brote, el más grave en este siglo, ha puesto el foco sobre la decisión de algunos padres de no vacunar a sus hijos, una práctica a la que muchos responsabilizan directamente de la velocidad con que se está extendiendo una enfermedad que se consideraba erradicada.
El Departamento de Salud Pública de California ha localizado el origen del brote actual en una persona que visitó el parque Disneyland entre el 15 y el 20 de diciembre de 2014. En el mes de enero ha detectado 102 casos de sarampión, el 92% de ellos directamente ligados al parque. La situación es un ejemplo perfecto de la advertencia que las autoridades tienen publicada en su página web. En EE UU no hay sarampión, pero la enfermedad, que sigue existiendo en Europa y en Asia, siempre está «a un vuelo de distancia». Basta con un turista en un lugar abarrotado como un parque de atracciones para diseminar la enfermedad si la población no está inmunizada de forma adecuada.
Los casos de sarampión se han registrado en su mayoría en California, donde hay 92, de los cuales 59 están directamente ligados al paciente de Disney. Se trata de empleados del parque o visitantes en 40 de los casos, mientas que 19 son contagios secundarios o terciarios. El resto de los casos se han detectado en Arizona, Colorado, Illinois, Minnesota, Michigan, Nebraska, Nueva York, Oregon, Pennsylvania, Dakota del Sur, Texas, Utah y Estado de Washington, además de un caso en México ligado a Disneyland. El 40% de los infectados son menores de 20 años, y 17 de ellos son niños menores de 4.
«Existen todas las razones para ser vacunado y no hay ninguna razón para no hacerlo», dijo el presidente, Barack Obama, en una entrevista en televisión el lunes. «Deberías vacunar a tus hijos». La declaración de Obama, que se cuidó de defender el derecho individual a decidir por uno mismo en este asunto, se sumó a un coro de opiniones en ambos lados del espectro político. El senador republicano Marco Rubio dijo que «no hay absolutamente ningún dato científico que relacione las vacunas con autismo o cualquier cosa de esa naturaleza». El autismo es citado por el movimiento antivacunas como un supuesto efecto secundario de la vacuna del sarampión.
Los epidemiólogos calculan que una población está protegida contra el sarampión cuando la tasa de vacunación alcanza el 92%. El 8% restante se puede considerar protegido por lo que se llama vacunación de grupo. Pero se considera que por debajo de ese 8% la inmunización de grupo deja de funcionar, y los no inmunizados se convierten en un riesgo para todos los demás. «El sarampión es tan contagioso, que si una persona está infectada, el 90% de los no inmunizados que están a su alrededor también se infectarán», dijo el viernes Anne Schuchat, directora el Centro de Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de EE UU.
No toda la gente que no está vacunada contra el sarampión es porque no quiere. Hay dos segmentos de población vulnerables como son los niños de menos de año y medio, a los que no se les puede administrar la vacuna todavía, y personas mayores que nunca se pusieron la vacuna (inventada en 1963) o los que no se pusieron la nueva versión de dos dosis, generalizada en 1989. Estos grupos vulnerables dependen para su protección de que haya una gran mayoría de vacunados a su alrededor.
Con información de EL PAIS.