Véritas Liberabit Vos
Se dice que la Historia cuenta aquello que el tiempo va gestando dentro de un escenario con personas que pasan efímeramente por él pero que dejan rastro de acuerdo a la importancia que algún testigo establece o que posteriormente los nuevos actores puntualizan dada la trascendencia que dicho acto tuvo para la marcha de su país ya sea en sentido positivo o adverso.
Así podemos encontrar fechas muy precisas algunas de ellas con personajes muy definidos que marcaron hitos en el devenir del mundo y dieron pauta para inicio de otras épocas, de esta manera encontramos un 29 de mayo de 1453 con la caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos que marcó el fin de la Edad Media y el consiguiente inicio del Renacimiento, el 12 de octubre de 1492 uno de los más preclaros hechos que modificaron al mundo fue el descubrimiento de América con el navegante genovés Cristóbal Colón como eje principal, el 14 de julio de 1789 es recordado mundialmente por el hecho simbólico de la Toma de la Bastilla en París acción que desata la Revolución Francesa indudable muestra del efecto de las ideas liberales sobre la monarquía imperante en el mundo, posterior a ello el asesinato del archiduque Francisco Fernando el 28 de junio de 1914 suceso que fue el detonante para el inicio de la Primera Guerra Mundial, otro día clave fue el 6 de junio de 1944 con el desembarco de las tropas aliadas en Normandía evento que junto a la explosión de las bombas atómicas un 6 y 8 de agosto en Hiroshima y Nagasaki dieron fin a la última gran conflagración mundial conocida como la II Guerra, derivado de las consecuencias dejadas por este conflicto la bipolarización del mundo trajo consigo varias fechas que marcan etapas en países o continentes quedando como principal otro hecho simbólico como lo fue el 9 de noviembre de 1989 cuando es derribado el muro de la ignominia, el Muro de Berlín fiel testigo de la intolerancia de ideologías extremas, deseo de control y dominio mundial, no sin antes mencionar que así como los navegantes abrieron los océanos allende las fronteras para ampliar los horizontes de miras del ser humano, así también un 16 de julio de 1969 ante la mirada expectante del mundo frente a un aparato de reciente creación veían como se estaba ya a un solo paso del hombre pero a dar un gran salto a la eternidad cuando se pisó por primera vez la Luna demostración mayor de que habría más fronteras o límites que perseguir.
Sabemos que una de las fuentes principales para plasmar la Historia es ni más ni menos que el momento en que se establece la escritura y que en el tintero podrán quedar un sinfín de avances dentro de la historia del hombre como lo fue el descubrimiento del fuego, de la rueda, del arco y de la flecha, importante recalcar la aparición de la agricultura situación que convirtió al hombre de nómada a sedentario con lo cual pudo establecerse en lugares fijos normalmente en las afluentes de algún caudaloso río, o en las llanuras fértiles a la mano del hombre, o en las praderas donde sus animales pudieran estar seguros, amén de aquellas que por algún mandato divino fue señalado para establecerse ahí, surgiendo de esta manera las grandes ciudades de la antigüedad germen de las civilizaciones y culturas.
La Historia misma no podría describirse sin considerar el parteaguas de la misma que consistió en el nacimiento del redentor en la cuna de Belén, hecho espiritual e histórico que por su trascendencia e influencia en el género humano hace necesario dividir la medición de los tiempos en antes de Cristo y en un después de Cristo, condición sine qua non para ubicar la voluntad humana frente a la revelación divina que conlleva a estratos más allá del propio globo terráqueo.
Es vital la Historia del mundo, pero recordemos que nosotros somos un microcosmos dentro del macrocosmos del devenir de los siglos, es nuestra historia la más importante, la que nos corresponde vivir y hay que aprovecharla, tal como lo dice Hamlet “Porque un día andamos por el mundo, al día siguiente habremos desaparecido” y en ese momento se cerró el telón en definitiva, no por algo los grandes pensadores integraban el valor de la Historia a una filosofía de vida donde cada uno de nosotros se convertía tal como lo dijera el bardo nayarita Amado Nervo en “El arquitecto de su propio destino” construyamos con nuestra vida la Historia más bella para ser contada y recordada, siendo lo mejor que podamos en cada uno de los roles que nos corresponde vivir.