El mes patrio y el Grito de Independencia

Véritas Liberabit Vos

Llega el mes de septiembre y ya días antes vemos como nuestro entorno se empieza a colorear con los tonos de nuestra enseña patria, en los edificios, los automóviles, las plazas y parques vemos lucir pendones y ondear banderitas de distintos tamaños y materiales todas ellas significando para los nacidos en este país que el noveno mes del año tiene un marcado acento nacional, por eso se le conoce como el mes patrio.

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Si, septiembre tiene como mes marcado en sus entrañas un sabor muy nacional que con los fuegos pirotécnicos y el cíclico girar del rehilete verdiblanco nos señalan fechas claves en la historia de nuestra nación, así podemos encontrar como por ley el Presidente de la República tiene la obligación de presentar ante el H. Congreso de la Unión que representa a todos los mexicanos, el informe que señala la situación que guarda nuestro país en los rubros principales de la economía, salud, seguridad, educación etc. Correspondientes al ejercicio anual, acción clave que refleja  la vida democrática y libre que gozamos como país independiente.

Y precisamente para gozar de este privilegio fue necesario vivir pasajes importantes de la historia que justamente en un mes como el actual se llevaron a cabo, y que sentaron las bases de un nacimiento como nación libre y soberana y también como un preclaro paradigma de ejemplo y heroísmo de cómo se puede luchar con denuedo por un objetivo grande hasta ofrendar la vida por defender la Patria, tal como quedó marcada en esa fecha histórica el 13 de septiembre de 1847 cuando un puñado de jóvenes cadetes del Heroico Colegio Militar se enfrentaron al invasor estadounidense que ya osaba profanar el suelo patrio justo en el mítico Castillo de Chapultepec, en el corazón de nuestro país, no fue fácil para las tropas norteamericanas que nunca pensaron tal resistencia y sobre todo esa valerosa actitud donde un célebre hijo de tierras nayaritas prefirió la muerte a ver mancillado nuestro símbolo nacional, ahí quedó para la posteridad y para el recuerdo de todos los mexicanos el mejor ejemplo de amor al suelo donde nacimos, y que a cada uno de nosotros llama en su defensa, digno es que esta justa sea recordada con honor y admiración.

Las otras dos fechas corresponden a nuestro nacimiento como nación, a la emancipación ya como país independiente después de tres siglos de formar parte de la Nueva España y de sentir que ya era el momento de tener nuestra propia identidad y los tamaños necesarios para figurar en el concierto de las naciones; así dos fechas de septiembre el día 16 y el día 27 una de 1810 y la otra 11 años después en 1821 cuando al mando de Agustín de Iturbide el ejército de las tres garantías (Independencia, Religión y Unión) entraba triunfante a la Ciudad de México en una apoteósica recepción que conformaba ya nuestro nacimiento después de más de una década de luchas insurgentes que iniciaron con la principal fecha que todos los mexicanos festejamos y que dio la pauta para el movimiento independentista, el momento en que el cura Miguel Hidalgo y Costilla en los escalones del Templo de Dolores Guanajuato llamaba al pueblo a luchar por la libertad a favor de Fernando VII y en contra del mal gobierno.

Es el Grito de Dolores, parte inherente de nuestra nacionalidad que queda como postrer mensaje para todos los compatriotas y que insta a la lucha por nuestra soberanía, un hecho simbólico tan trascendente que desde 1812 ya cuando los primeros insurgentes habían sido asesinados y sus cabezas puestas en la Alhóndiga de Granaditas, el General Ignacio López Rayón encabezó la primera celebración del grito, el cual desde entonces se ha repetido hasta nuestros días, en recuerdo histórico y glorioso de lo hecho por el Padre de la Patria.

Esta celebración tan auténtica y propia de nuestra idiosincrasia y cultura que es repetida en las capitales, cabeceras municipales, embajadas, clubes, asociaciones y en cualquier espacio donde se respire fervor patrio, ha tenido cambios y modificaciones en su forma más no en su fondo, así en plena lucha independentista, el Siervo de la Nación José María Morelos y Pavón estableció en 1813 dentro de los postulados de los Sentimientos de la Nación que el día 16 de septiembre quedara como fecha solemne en memoria de la Independencia y Libertad.

Ya como país independiente en 1823 el Congreso declaró el día 16 de septiembre como fiesta nacional y el grito como parte preponderante de ella, siendo Guadalupe Victoria  el primer presidente quien en 1825 dio oficialmente un grito como sustentante del poder ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, así dentro de la lucha de liberales y conservadores se mantuvo esta celebración hasta que el General Santa Anna lo modificó al día 15 de septiembre a las 11 de la noche.

El Grito superó todos los avatares que vivimos el siglo XIX, en 1847 en plena invasión estadounidense el grito se dio en la Ciudad de Querétaro, aún bajo el dominio de Maximiliano de Habsburgo se conmemoró esta fecha, incluso fue el quien por primera vez llevó esta celebración a Dolores Hidalgo en 1864, mientras que ese día Benito Juárez celebraba el grito en algún lugar de Durango justo en su camino hacia Paso del Norte .Y así los años se llegó al Centenario del mismo con un Porfirio Díaz pletórico que dio más fastuosidad a este hecho, y cuando menos se pensó ya se había llegado al Bicentenario.

Esta es una de las partes importantes de nuestra cultura y que hoy con más ahínco debemos como mexicanos manifestar el amor por nuestra patria, el amor por ese suelo que nos legaron nuestros padres y que debemos de forjar para nuestros hijos, hoy en ese grito debemos volcar todo nuestro empeño en ser mejores mexicanos en cada rol que nos toca desempeñar.

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