El poder es como el violín

Véritas Liberabit Vos

Aunque me había prometido a mí mismo que esta columna no sería sobre las pasadas elecciones de los Estados Unidos, no pude dejarme de seducir por toda la serie de comentarios y de especulaciones que a la sazón se dieron desde la noche del pasado martes 8 de noviembre en que aparentemente en forma sorpresiva el candidato republicano Trump se hizo de un triunfo ya cantado tal vez para la candidata demócrata.

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Y derivado de esto, me vinieron a la mente dos personajes de importante influencia a fines del siglo pasado, me refiero a Felipe González militante del PSOE (Partido Socialista Obrero de España) y tercer Presidente del Gobierno español de 1982 a 1996 y del politólogo estadounidense de origen japonés Francis Fukuyama autor del libro “El fin de la historia y el último hombre” (1992) una tesis que viene a ser recordada en estos momentos.

Del primero me referiré cuando en el año 2000 meses antes de la elección presidencial,  tuve la oportunidad de asistir al Segundo Congreso Empresarial de Jalisco realizado en la ciudad de Puerto Vallarta donde Felipe González fue invitado como orador entre otros políticos nacionales y extranjeros, en esa conferencia al referirse a la inminente fuerza que ya para ese momento había adquirido la campaña de Vicente Fox Quesada en detrimento de la de Francisco Labastida Ochoa, lo cual ya generaba sentimientos de preocupación en el sector empresarial, trajo a colación una frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano (Premio Stig Dagerman) y que de acuerdo a su ponencia pudo caracterizar la llegada de su partido  al poder  “El poder es como el violín, se toma con la izquierda pero se toca con la derecha” expresando así como de dicotómico era la forma de una campaña política con tintes marxistas y después gobernar con la socialdemocracia; de la misma forma establecía un parangón con la campaña foxista llena de exabruptos con frases coloquiales y peyorativas: “resolveré el conflicto de Chiapas en 15 minutos”, “ desterraré a las tepocatas y víboras prietas” “sacaré al PRI de los Pinos” y otras linduras que apuntalaron su campaña e hicieron pensar al electorado en una distinta situación, cuestión que no se produjo ya que aquel torbellino de campaña solo sirvió para ganar una elección pero gobernó con mano tenue   absorbido en una singular “pareja presidencial”.

Similar situación podría parecer el reciente arribo del Presidente electo Trump que a escasos días de su elección ha modificado y suavizado su lenguaje al decir ahora que solo serán cerca de dos millones el número de deportados y no las cantidades estratosféricas de las que hablaba, que no meterá a la cárcel a su rival política Hillary Clinton ya que ella es ahora si una dama respetable, que el muro fronterizo sólo será una continuación de lo ya edificado, en fin situaciones similares a lo ocurrido en España cuando a Felipe González se le criticó su cambio de estrategia de campaña a lo llevado a cabo en su gobierno.

En el otro caso Fukuyama decía que con la caída del muro de Berlín y la eliminación del pacto de Varsovia la Historia como lucha de ideologías había terminado, con un mundo ya basado en la democracia liberal impuesta con la finalización de la Guerra Fría, una democracia liberal en lo económico y político que han generado un pensamiento único, con una potencia única donde las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía, ya que los hombres satisfacen sus necesidades a través de un libre mercado de competitividad en calidad, donde los derechos humanos se trasladan a los deberes humanos como la cultura, el humanismo o la ciencia, dejando atrás las guerras y las luchas sangrientas donde los hombres ya no arriesgarán su vida en este tipo de batallas, evitando así gobiernos autoritarios y represivos fundamentados en un movimiento de capitales con mayor libertad jurídica posible.

Esta tesis del Fin de la Historia acuñada por Fukuyama en 1992 podría entenderse que ha llegado a su fin con la elección de la semana anterior, fueron casi 25 años en que quedó claro cuál era el camino de la Historia y esta se llevó por el sendero estimado, el Nuevo Orden Mundial abrió sus puertas y encaminó los sucesos por un rumbo que inició con la “Tormenta del Desierto” pasando por el 9/11 y sus guerras consecuentes, la Primavera Árabe, el despertar de China y su plan espacial, el resultado favoreciendo a la izquierda en las elecciones de varios países de América Latina, el posicionamiento de Rusia, el surgimiento del Estado Islámico y su estela de terrorismo, junto a la postura del Vaticano entre otras, nos ubica en que estaremos frente al Fin del Fin de esa Historia y el comienzo de otro período fundamentado en una globalización donde racismo, la xenofobia, pero sobre todo el protagonismo y el deseo de poder sin miramiento de justicia o de búsqueda primordial del bien común sean la base primigenia.

Fueron casi 25 años donde el país más poderoso del mundo vivió en un status quo de arraigo a una idea única afianzada en una aldea global, los tiempos han cambiado y tal vez fue imperceptible que el electorado buscaba ya algo diferente, era importante pulsar los deseos y los tiempos, Trump lo hizo y consiguió la victoria, ahora depende de cómo pueda pulsar el violín ya que lo tenga en sus manos.

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