El efecto de la luz del sol o incluso de las lámparas o cabinas de rayos UVA va mucho más lejos de lo que pensábamos. Una nueva investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Yale
La investigación, que ha sido publicada en la revista Science, aclara que en las siguientes tres o cuatro horas estando ya a la sombra, aún pueden producirse lesiones y roturas en el ADN que son las que conducen a las mutaciones del cáncer de piel. Esto es, estando a la sombra -tras haber tomado el sol- nuestra piel sigue sufriendo igual por la radiación que cuando estábamos tomando el sol.
Los experimentos realizados con ratones y células humanas revelaron con sorpresa que, la melanina -el pigmento que bloquea la radiación ultravioleta- es la responsable de esta reacción pospuesta de los rayos de sol. “La melanina de la piel es tanto mala como buena, puede ser cancerígena y protectora”, aclara Douglas E. Brash, coautor del estudio.
El proceso químico es muy sencillo, pero nunca se había observado en mamíferos, tan solo en animales marinos o bacterias luminiscentes. Lo que ocurre es que la radiación ultravioleta produce oxígeno y nitrógeno reactivos a cámara lenta; tras esto, al combinarse, excitan un electrón de la melanina que provoca las lesiones en el ADN. “Esta transferencia de energía al ADN puede ocurrir en la oscuridad, pero provoca el mismo daño que el sol a plena luz del día”, comenta Brash.
Gracias a este hallazgo podrán desarrollarse nuevas lociones para después del bronceado con objeto de evitar daños mayores. Sin embargo, los científicos aclaran que este descubrimiento no tiene por qué afectarnos dramáticamente: “En realidad, esto no debería cambiar nuestros hábitos de exposición a los rayos ultravioleta. Yo le digo a la gente que puede disfrutar del sol y que simplemente deberían evitar ir a la playa a determinadas horas, como entre las 10:00 y las 14:00, y usar sombrero”, sugieren.