Fuimos héroes

Realidad y ficción, simples coincidencias

Se dice mucho de ellos, se escriben libros, revistas, homenajes. Se le dedican días para conmemorarlos. Se venden estampillas, se escriben historias y se narran cuentos. Se pintan retratos de fondos imperiales para realzar su personalidad, su fortaleza, su magnanimidad. Se predica respeto, honor y gloria en las aulas como templos de un pasado grandioso que debe perpetuarse  en las almas.

Publicidad

De vez en vez, durante distintas fechas y diferentes estaciones del año, observo a los hombres del bien y del mal para ver si entre ellos encuentro a alguien con la virtud y capacidad  de aquellos que nos dieron libertad y patria. De pronto, me transporto a un cuarto grande, con enormes archiveros que contienen la historia. Un fétido olor cubre  las paredes blancas  carcomidas por la humedad; pero por más que busco, no logro encontrar el origen y ocaso de los héroes, ni ahora ni hace mil  años. Encuentro hechos faltos de color y de narrativa que alguien se encargó de darles vida para grabarlos en nuestra memoria. 

Se dice mucho de ellos, de los héroes mexicanos, como una raza extinta que en su época perteneció a otros tiempos. De un grupo selecto que se formó en una sociedad distinta. De personajes discretos que escribieron su nombre con la tinta de sus actos  y rompieron las barreras entre el monte y el asfalto.

Se cuentan  innumerables remembranzas para llenar los vacíos de la historia moderna, para crear incentivos del futuro que espera. Un futuro que en calma aguarda en los puertos, en las plazas, en los campos y en las cordilleras;  que en voz firme y elocuente apacigua a las aguas con el corcel  galopante de la democracia.

Sí, los niños viven de sueños, los hombres de realidades y los viejos de recuerdos. Somos un México viejo, que vive en la añoranza, con historias, mitos y leyendas, pero que todos los días despierta con la mirada afligida y el pecho oprimido. No hay  héroes, villanos ni  batallas; no hay triunfos, derrotas  ni fracasos;  tan solo libros en blanco, mesas vacías  y campos sin labrar.

El mañana despide un olor a distancia, cubierto por el polvo del  horizonte,  donde el pasado y las glorias se avistan  lejanas e insuperables. Sí,  parecemos un México olvidado, aquejado por muchos males, que igual como los griegos hicimos dioses a unos simples mortales.

El hoy es  pobreza y marginación; las guerras son el llanto, la mirada nublada que reposa en los niños y en las enfermedades de nuestros padres;  los héroes son los hombres y mujeres que día a día dan su último aliento por alcanzar, el olimpo de otros tiempos.

Publicidad